Santo Domingo
Los últimos hippies
No hay personaje internacional que pase por Ibiza que no visite las tiendas de los gurús del estilo ibicenco. Ponemos cara a los que, desde mediados de los 70, son considerados referente de la tendencia más libre, atemporal y auténtica.
En Ibiza ya no cabe ni un alma. A estas alturas del verano la isla parece haberse convertido en un parque temático al que, a pesar del cartel que anuncia que «no hay entradas», los turistas siguen empeñados en llegar. Porque veranear en la isla blanca está de moda. En realidad, siempre lo estuvo, pero desde hace tres temporadas, el «boom» ibicenco es, de nuevo, un fenómeno de masas, con todos los pros y contras que esto conlleva. Se inauguran espectaculares hoteles, lujosos restaurantes y discotecas, exclusivos chiringuitos de playa y, claro, la visita de diseñadores, modelos y actores internacionales ayuda enormemente a propiciar el auge del turismo. Hasta aquí, un sueño. Sin embargo, esta brillante moneda, además de cara, tiene una cruz. Quienes venimos aquí desde hace mucho descubrimos a cada paso que algunos de aquellos pequeños negocios –como cesterías, joyerías, cines, peluquerías o puestos hippies–, que durante tantos años dieron carácter a nuestra querida isla, han cerrado sus puertas para siempre.
Me encuentro con Vicente Ganesha; lo del apellido es un apodo con el que todos le conocemos por ser el nombre con el que, en 1977, bautizó su tienda llena de tesoros y puso en honor al dios más adorado del panteón hindú. Vicente es uno de los supervivientes de la auténtica Ibiza, un hombre con las ideas claras y el corazón muy grande, que a los 19 años dejó su Guardamar natal con el sueño de recorrer el mundo. Salió de su pueblo alicantino con 4.000 pesetas en el bolsillo y a mediados de los años setenta decidió que Ibiza sería su casa. Desde entonces, vive rodeado de todo lo que ama: colecciones de discos, libros, muebles, objetos encontrados en mercadillos de cualquier parte y, por supuesto, de la ropa y complementos que vende como rosquillas. ¿El secreto de su éxito?, sencillamente que lo que él propone –moda de aire hippy y auténtico «vintage»– es su manera de entender el estilo. Y el suyo, por cierto, es sublime, a pesar de que la mayor parte del día ande descalzo. Vicente no necesita zapatos caros para recibir en su tienda del Carrer de Guillem de Montgrí, 14, a personajes tan célebres como Giorgio Armani, Valentino Garavani, Anne Hathaway, Jade Jagger, Olivia Palermo o familias como los Etro, los Casiraghi, los Santo Domingo o tantos otros que, éste y otros veranos, se han acercado hasta su rincón tranquilo y colorista para charlar con él o, si acaso, para comprar alguna de sus prendas de estampado Ram Ram, el «hit» de ventas de la casa. «Yo no podría vivir sin trabajar, porque para mí estar aquí, al pie de mi negocio, es una forma de estar conectado con la gente, de encontrar cosas nuevas cada día». Así piensa este hombre que ha visto crecer a Ibiza y que, como cada invierno, marchará pronto rumbo a otros dos lugares que le apasionan: Argentina e India. De allí traerá cientos de vestidos, pantalones, fulares y collares que una vez puestos cobrarán en quien los lleva un sentido difícil de explicar con palabras.
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