Teatro
Aquella película de Sissi...
Semana marcada por la música y la política. Las dos me gustan por igual; no concibo mi vida sin la música pero tampoco sin interesarme por los temas políticos que forman parte de nuestra vida, de nuestro bienestar o nuestras desgracias. Adoro especialmente la ópera y El Real nos ha ofrecido un «Rigoletto» como hacía tiempo que no se veía con Nicolá Luisotti como director musical, excelente, y el placer de escuchar a un Leo Nucci en plena forma con más de cuarenta años de carrera. Es uno de los barítonos más brillantes de la historia de la lírica. El publico aplaudió entregado a él y a la maravillosa soprano rusa Olga Peretyatko. Nucci, a sus 73 años, estaba pletórico y triunfó con una representación que incluyó el «bis» de la «Vendetta».
Estas noches de ópera en Madrid, disfrutando de la plaza de Oriente y el magnífico panorama del palacio Real, mientras tomas una copa de vino blanco frío con amigos en los descansos, no pueden ser más placenteras. Mi primer contacto con la ópera sucedió de forma inesperada cuando tenía 8 años. Fui a ver la película «Sissi Emperatriz» con la persona que cuidaba de mí, mi adorada Fermina. En un momento de la trama llegan a Venecia el emperador Francisco José y Sissi al Teatro de La Fenice y el público, en un acto de rebeldía hacia Austria, canta el «Va Pensiero» de la ópera Nabucco. Mi emoción ante aquella música fue tal que llegué a mi casa nerviosa y agitada, pidiendo a mis padres oírla de nuevo. Fueron a ver la película para saber qué era lo que me había producido tanta emoción y al día siguiente mi madre me regaló un disco de arias, que incluía esos coros de «Nabucco». ¡Qué pesadita me puse! Lo escuchaba a toda hora. A mis amigas las disfrazaba con vestidos largos (eran camisones de seda de mi madre) y las sentaba como si estuviesen en un teatro. Las pobres aguantaban sin rechistar porque se supone que estábamos jugando a princesas. Alguna todavía lo recuerda y me agradece que, a pesar de lo pequeñas que éramos, les hiciese amar la ópera. Mi afición fue en aumento con las temporadas de ópera en Oviedo, Bilbao y Barcelona . He tenido la suerte de poder disfrutar de óperas en los teatros más míticos del mundo: La Fenice, La Scala, Viena, Bolshoi...
Respecto a la política, estamos viviendo un momento muy importante con formaciones nuevas y políticos muy jóvenes que siempre ilusionan y renuevan nuestro espíritu, cansado ya de ver las mismas caras que nos recuerdan tiempos duros. Tiempos que no deberíamos olvidar, en los que la corrupción afloraba de forma insultante y soez mientras los ciudadanos perdían vivienda y trabajo; tiempos tan duros que muchos de ellos se tiraban al vacío cuando iban a desahuciarles. Ese dolor en las personas que han perdido el trabajo y no pueden hacer frente a su hipoteca debería estar prohibido. Como mínimo, tener una vivienda digna debe ser un derecho de cualquier español.
Por eso me presento al Senado. Para denunciar una Cámara Alta muerta que no aporta nada ni tiene capacidad para derogar o cambiar leyes sino más bien como órgano de consulta para relentizar todo. Una cámara que sólo le gusta a los políticos para colocar a su gente y pagar favores, y que es una jubilación «dorada» para muchos ex presidentes autonómicos, que nos cuesta un millón de euros a la semana.
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