Literatura

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Shakespeare a subasta

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Ni sus restos ni nada personal, pero sí parte de su creación. Se trata de los llamados «Cuatro Folios» y su trayectoria es notable: En 1623, tan sólo siete años después de la muerte del autor, apareció la primera recopilación de sus obras de teatro, algo nada común en la época y gracias a lo que se salvó de la desaparición a Hamlet, Julio César y otros dieciséis títulos. Es por ello que estos trabajos impresos están considerados como los más importantes de la historia de la literatura británica.

Una copia de aquella primera edición, que consistió en unos setecientos cincuenta ejemplares de los que ha llegado hasta nuestros días menos de un tercio, se subasta hoy en la casa Christie’s en Londres, aprovechando que este año se cumple el cuarto centenario de la muerte del dramaturgo de Stratford upon Avon. Tres ejemplares más de cada una de las tres reediciones inmediatamente posteriores (1632, 1664 y 1685) componen el resto de lotes.

La antología contiene, en total, treinta y seis dramas. Además de los citados, incluye otros tan emblemáticos como «Macbeth», «La Tempestad», «Antonio y Cleopatra» o «La fierecilla domada». Solo el ejemplar de la primera edición podría alcanzar un valor estimado entre 800.000 y 1,2 millones de libras, un verdadero hito para coleccionistas.

A propósito...

En el siglo XVII era muy raro que se publicaran antologías u obras completas tan poco tiempo después de la muerte de un autor, el caso de Shakespeare fue una excepción.

El único precedente del que se tiene constancia ocurrió algunos años antes de que Shakespeare falleciera, cuando el dramaturgo Ben Johnson, todavía en vida, vio cómo se publicaba una recopilación de sus títulos.

Es muy probable, según relatan los expertos, que Shakespeare lo tuviera en cuenta porque eran amigos rivales y quizás eso le dio la idea de reunir sus obras. Gracias a ello, aún las conservamos.

Desde el principio, nunca fue una antología al alcance de todo el mundo, y tanto el primer ejemplar como las otras reediciones cayeron siempre en manos de nobles o gente de dinero. Con la «shakespearemanía» del XVIII ya se restauraron por primera vez.

Sir George Shuckburgh, científico, diputado y bibliófilo notorio —poseía también una de las biblias de Gutenberg, los primeros libros que salieron de una imprenta—, se hace en 1795 con estos ejemplares. Hasta hoy, han estado en manos de sus descendientes.