Fotografía

108 razones para «adoptar» a un reportero

Manuel Olmedo reúne en la Cámara de Comercio de Sevilla retratos de fotoperiodistas para reivindicar su labor

Cartel de la muestra, un retrato de Olmedo hecho por Jesús Morón con los reporteros al fondo
Cartel de la muestra, un retrato de Olmedo hecho por Jesús Morón con los reporteros al fondolarazon

Manuel Olmedo reúne en la Cámara de Comercio de Sevilla retratos de fotoperiodistas para reivindicar su labor.

Equipo de trabajo en ristre, sempiterna ropa oscura, gafas de pasta, pocas horas de sueño encima y un tatuaje en la muñeca de una Leica M3 del año 1962, «la misma que utilizaba mi abuelo». Es Manuel Olmedo Rangel, fotógrafo de LA RAZÓN que el próximo jueves inaugura en la Cámara de Comercio de Sevilla la exposición «Adopta a un reportero», un homenaje a esos hombres y mujeres que están detrás de las cámaras, ocultos, y una reivindicación clara y rotunda del trabajo de un colectivo «en peligro de extinción», cada vez más maltratado laboralmente y que, tal y como asegura, «somos lo último de lo último». Olmedo, ante todo «fotero» callejero, tal y como le gusta definirse, lleva el veneno de la profesión en las venas. Es la tercera generación de una familia de fotoperiodistas. Su bisabuelo, Carlos Olmedo Carmona, hacía fotos «antes que Robert Capa» y su abuelo, Manuel Olmedo González, también se dedicaba al noble oficio de narrar la actualidad a través de imágenes. «Llevamos cien años contando la historia de Sevilla». Sus alegrías y sus miserias, sus fiestas, sus avatares políticos, retratando a sus personajes más relevantes y codeándose diariamente con jueces, fiscales, abogados e investigados en los juzgados.

Es precisamente allí, «en una de las miles de guardias que hacemos», donde nació la idea de poner en marcha esta muestra, que reúne 108 retratos de informadores gráficos de distintos medios y generaciones, tanto de periódicos y otras publicaciones como de televisión. Y surgió «un poco de broma, como empiezan las cosas importantes de la vida». Hablaba con el cámara de televisión Mariano Valladolid «sobre lo mal que está la cosa», tanto que «estamos para que nos adopten». El de Valladolid fue el primero de una serie de retratos que fue publicando en Facebook, hasta que el asunto se fue convirtiendo en algo más serio. Luis Serrano lo convenció para transformar esas publicaciones en una exposición. Finalmente se ha hecho realidad gracias a la colaboración de la Cámara de Comercio de Sevilla, Fujifilm España, Martín-Iglesias y la Asociación de la Prensa de Sevilla. «Están todos los que son y no son todos los que están», dice para anunciar seguidamente que esta labor no termina aquí, amenazando con nuevas propuestas de adopciones.

Pero detrás de estas imágenes late una problemática que se ha venido agravando en los últimos años. La de la crisis de los medios de comunicación, la inestabilidad laboral de los periodistas y el intrusismo. «Ahora cada persona es un fotógrafo con su teléfono móvil», denuncia, además de subrayar el papel del fotoperiodista como profesional de la imagen por sus conocimientos y «porque llevamos un equipo encima que cuesta más de 10.000 euros». Las instituciones y los cuerpos de seguridad envían fotos de sus actos o de los sucesos a los medios en vez de convocar a los informadores gráficos. «¿Entonces para qué estamos nosotros?», se pregunta. Gente que «no tiene ni idea de fotografía y que regala las imágenes», una práctica que «nos perjudica gravemente».

Olmedo ha fotografiado a políticos de todo pelaje, artistas, empresarios, cardenales, miembros de la realeza, nobles y premios Nobel, pero se queda con la gente de la calle, con sus gestos y expresiones. Le sorprendió la cercanía de Bruce Springsteen en los prolegómenos de un concierto. «No lo vi tan estrella». Pese a todo, una de sus mejores fotografías, según reconoce, es la de unos niños jugando en una piscina en el núcleo chabolista del Vacie. «Sus caras de felicidad lo dicen todo, a pesar de lo poco que tienen». Le cuesta decir los fotógrafos a los que admira porque «todos son mis amigos», aunque desliza los nombres de Emilio Morenatti y Sergio Caro, «unos locos al frente de trabajos que no hacen ni los más pintados». Y un deseo: «De mayor quiero ser como ellos».