Pintura
Artista: femenino singular
Un estudio en la calle Conde Ybarra. Así podría haber titulado el Nobel Patrick Modiano una de sus enigmáticas novelitas de haber nacido por estos pagos, o quizá sería un buen cartel para una película intimista sin demasiado presupuesto pero mucho talento, de ésas que antaño se denominaban «de autor». Se trata, sin embargo, del nombre de la exposición retrospectiva sobre la pintura de vanguardia española que organiza la Universidad de Sevilla y a la que Carmen Laffón (todo el mundo en pie) contribuye con ¡¡dos obras inéditas!! Será porque los grandes artistas «retrospectan» en presente, si así les viene en gana. Su vida, octogenaria y aún activa, sí que se yergue como un monumento a la mujer andaluza y su obra sí que es una muestra de la Cultura universal con acento marcadamente andaluz, cotizada como los grandes popes del pincel sin haber pasado de su Sanlúcar de Barrameda de sus entretelas. A la altura de un López, de un Millares o del prodigioso Zóbel, mitad conquense y mitad filipino, Laffón se instaló, hace medio siglo y para siempre, en la cima del arte contemporáneo. Una mujer entre hombres, o por encima de ellos, una artista entre artistos en pie de igualdad, como poco, y sin que la consejería de turno impusiese cuota alguna. Caramba, caramba. Tal vez ella no sienta la necesidad de adherirse, ni siquiera de forma simbólica (al modo de Susana Díaz), a la huelga sexista del próximo 8 de marzo, en la que pronto regirán las restricciones de ocio de los Viernes Santos de cuando entonces. ¿Por qué no habría de agarrar su paleta si ese día amanece límpido sobre el Coto de Doñana? Carmen Laffón nunca necesitó consignas rencorosas, deferencias ni discriminaciones positivas para hacerse sitio en la cumbre. Paso a la mujer que se abre paso.
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