Andalucía

De Sanlúcar a la ejecutiva

La Razón
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Atestada de ajo la barriga (Quevedo) por obra y gracia del reparador gazpacho dominical, se hace en verdad cuesta arriba escudriñar entre los nombres de la nueva/vieja ejecutiva del PSOE regional para parir un artículo potable, como la actualidad obliga a despecho de la recomendación de la superioridad no más asomó julio por una esquina del almanaque. «Escribe lo justo de política, que no interesa a casi nadie; y mucho menos, la política andaluza». Le habría hecho caso de haber podido cincelar un elogio a Sanlúcar de Barrameda, que lucía esplendoroso el sábado, pero, ¿qué coño voy a escribir si ni bebo manzanilla ni como langostinos? «No sería la primera vez que te inventas una columna o que, digamos eufemísticamente, es más grande la licencia que el rigor», considera la voz de mi conciencia. De acuerdo, aunque sigo sin ver forma lírica alguna en un almuerzo a base de tomate aliñado y lagarto con huevos fritos, regado con agua carbonatada. Bien pudiera evocar el vermú de una romántica mañana bajo el sol invernal en Bajo de Guía seguido de un atardecer pintado sobre Doñana desde la terraza del hotel Guadalquivir, pero a saber si aquello es el recuerdo de alguna vida pasada o una simple ensoñación. En ese caso, mejor volver a la sopa de letras nuestra de cada día para preguntar si la postergación de Mario Jiménez obedece a su achicharramiento como portavoz de la derrotada Comisión Gestora o si empecinarse con Francisco «pepito-psicinas» Conejo es algo más que chulería. Y Antonio Pradas, otrora heraldo en Madrid, relegado a esos asuntos agropecuarios que tanto se adecúan a su parla bellotera y a su comportamiento ovino.