Sevilla

Dulce Navidad II

La Razón
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Les dejé con la proposición de Tomas Summers, que era como las que ofrecía don Corleone, imposible de rechazar. «Original y copla» era el bombón, demasiado apetecible para decir que no. Y en eso estamos, en un estupendo programa con la copla y sus estrellas por bandera. El reparto, de lujo: como presentador Jaime Cantizano, guapo jerezano con el que había trabajado en A3, en estado de gracia –su reciente paternidad, su incorporación a Onda Cero y el programa de la copla de esta temporada lo tienen feliz–; Esther Arroyo, una sonrisa maravillosa abierta al mundo; Marta Quintero, coplera, bella y persona adorable; el gran maestro Josemi y sus muchachos... En fin, un pleno al premio gordo. Por eso, una vez dedicado el artículo del domingo al eterno tema catalán, decidí borrarlo de mi vida hasta el año que viene. Pasé una semana portentosa: el martes, grabación que siempre se convierte en una fiesta; el miércoles y el jueves tenía de visita a dos de mis mejores amigos, Rubén y a su pareja Salva. Cena en Bajo Guía, esa maravilla sanluqueña en Sevilla; el jueves recorrido por la ruta Murillo, empezando en la Magdalena, origen de todo –boda de los padres, lugar del bautizo del pintor que sin duda mejor retrató a la madre de Dios–, siguiendo por el Bellas Artes –tanta atención a los problemas que casi la mitad de los catalanes plantean al resto de España, y qué poca capacidad para que el gobierno apruebe una partida para la ampliación del museo mas bello del mundo–; Eslava, ese lugar mágico junto a la Plaza de San Lorenzo, domicilio del Señor de Sevilla con todo su Gran Poder... Y la alegría, si quieren un poco paleta, de que Rubén, mi amigo empresario con hoteles, bodegas, productor teatral, viajero de lujo por el mundo, gran admirador de esta tierra, se quedara fascinado por la iluminación, el ambiente, los nuevos locales... En resumen, por la vida que se respira en Sevilla y en Andalucía. Éstas también son estadísticas a tener en cuenta. Con todo lo último me quedo hasta el 2018. Y para los catalanes recalcitrantes, que con sus canelones se lo coman.