Madrid
El color explota en Manuel Lucas
El pintor sevillano expondrá en Madrid su «Expresionismo de vida y arte», doce obras cargadas de vitalidad
El pintor sevillano expondrá en Madrid su «Expresionismo de vida y arte», doce obras cargadas de vitalidad
El color se ha instalado en la vida de Manuel Lucas. A sus 73 años, el pintor sevillano se redescubrió después de haber «colgado» los pinceles temporalmente. «Estuve inactivo mucho tiempo por motivos diversos», recuerda una vez abandonado el escenario de barbecho. La insistencia de un amigo le insufló el ánimo necesario para salir del «bloqueo vital» en el que decía encontrarse. Habitual del barrio de Santa Cruz, los rostros de sus vecinos conforman algunos de los retratos que acompañan a los doce cuadros que el próximo martes viajarán a la sede de ACI en Madrid. Bajo el título de «Expresionismo de arte y vida» reúne su trabajo de los últimos ocho meses, con acrílicos donde el color cobra un protagonismo incontestable.
En el Hospital de la Caridad, casa natal de Miguel de Mañara, aguardan apilados, escondiendo la luz que desprenden escenas que rememoran aquellos domingos de mercadillo en la plaza de la Alfalfa como un inventario de personas en la bulliciosa plaza sevillana.
Dos elementos se repiten en sus nuevas creaciones: los icónicos globos de colores y la falta de rostro en sus figuras, una ausencia que no resta expresividad a unos personajes que se expresan con el cuerpo. «Los globos simbolizan aquello de la canción: ''la vida es un globo que se me escapó''», explica. Los doce nuevos cuadros se expondrán junto a ocho retratos realizados con anterioridad. La distancia entre ambas etapas es muy evidente. «Esta es una época nueva, renovada, moderna y colorista –define Lucas–. Son una serie de acontecimientos triviales de la vida, basados en hechos muy normales». Una trivialidad absorbente plasmada en «El vendedor de globos», el lienzo que ilustra el cartel de la exposición, o «La cola del autobús».
Lucas relata los pormenores de su presente con entusiasmo, sin esconder la ilusión por un futuro en el que la pintura lo copa todo. «No me canso nunca –reconoce–. Puedo estar horas pintando». Una circunstancia que no lo salva de días en los que el trazo se atasca. Pero esos días son también parte de la vida del artista. Está orgulloso del resurgir que supone desembarcar en Madrid, de donde espera volverse con las manos vacías: señal de que sus obras habrán dejado de pertenecerle, destinadas como están a iluminar otras vidas. En todas ellas se avista «la luz vital y grandiosa de Sevilla y su alegría, pero las escenas son del mundo». Después de la capital vendrán otros destinos por España, aunque Sevilla todavía deberá esperar.
Lucas se mueve por las estancias de la casa de Mañara con soltura, auspiciado por el espíritu de aquel benefactor del barroco que impulsó obras de Valdés Leal y Murillo. Entre esas paredes ha afianzado su resurgimiento artístico y personal. Con ayuda de gente cercana sorteó los pequeños obstáculos vitales que se fueron presentando. Transitado ese desierto, solo quedaba hacer acopio de materiales para plasmar todo lo que su cabeza genera. Habla con la intensidad con la que pinta pero, al contrario que en sus cuadros, su cara lo dice todo. Sonríe pensando en cuando se compre «una casa de pescadores pequeñita en una isla griega». Allí recibirá a sus amigos y pasará sus días pintando lo que el Mediterráneo le sugiera. La primera parada hacia ese sueño es el próximo jueves en Madrid.
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