Sevilla
El esplendor del otoño
Sé que necesitamos el agua de mayo y la de los siguientes meses, que no han dejado más que dos chaparrones, pero también sé que el domingo 22 , Sevilla, el barrio de la Macarena y sus gentes se merecían tan bello día. En esta tierra hay una discusión eterna sobre qué tiempo gana en belleza: el de la primavera o el de otoño. Yo procuro disfrutar de ambos, pero tengo que reconocer que el domingo ganó por goleada el otoño. Si añado que soy lo que se decía en las altas comedias de los años 50 del siglo pasado, un caballero otoñal, si se produjera un referéndum –eso sí, con todas las de la ley– votaría por la estación en la que estamos. Les cuento mi día. Primero disfruté en la mañana de un largo paseo por un corredor verde que empieza a la entrada de Espartinas y que finaliza antes de llegar a Salteras. Después del almuerzo familiar, lectura de periódicos. Sin pausa, a la capital. Me esperaba la basílica de la Macarena con sus titulares, aunque el protagonismo del día era para la Virgen del Rosario. Nada más entrar, allí estaba la señora en su hermoso paso de grandes candelabros, bello adorno floral, vestida de día principal. Como podías quedarte en la iglesia, verla salir y poder contemplar cómo se organiza el cortejo, fue un verdadero regalo. El sol aguantó el tiempo para poder iluminar con sus rayos de luz a la señora del Rosario. Con que emoción se oye estos días la Marcha Real, nuestro himno nacional, más si es para acompañar la salida de la Señora a las calles de su barrio. Me encontré con dos amigas que son de una familia que siempre ha vivido entregada a la hermandad, Loly y Tere Reina, hermanas de la gran señora que fue Juanita Reina. Seguimos por la calle San Luis a la Virgen, entre los sonidos de la banda del Carmen de Salteras, con sus maravillosas marchas. Qué grandes espectáculos nos puede ofrecer esta bendita ciudad cualquier día y que muchos desconocen. Como en Semana Santa, nos paramos a reponer fuerzas en un bar de siempre, donde la ensaladilla es de repetir, el jamón es eso, jabugo del mejor. A la vuelta vimos que la basílica estaba abierta todavía y entramos a dar gracias a la Macarena, a la que habíamos dejado un poco en segundo plano. A los 5 minutos se nos informó de modo muy educado que la iglesia se cerraba. Ya en la puerta comentábamos la oportunidad de llegar justo a tiempo para despedirnos de la Macarena. Loly Reina remató con una media marca de la casa: «Lo habrá querido la Señora».
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