Igualdad de género
El sexo y los números
De la elaboración, o no, de ciertas estadísticas puede emanar una cosmovisión completa. 2014 fue el último en el que el Ministerio de Empleo y Seguridad Social diseccionó por sexos las muertes por accidente laboral: 443 hombres y 24 mujeres, es decir, una brecha letal de noventa puntos porcentuales (94,87% frente a 5,13%). Desde entonces, silencio aritmético oficial pero seguro que las cifras han variado poco y sea en el cobro de pluses como el de peligrosidad donde pueda comenzar a explicarse ese batiburrillo numérico ininteligible mediante el que se adoctrina en el feminismo «enragé» a la masa incauta e indocta. La discriminación por razón de sexo es delito (justamente) perseguido por el ordenamiento jurídico español desde 1978 y es ante la Ley donde debe empezar y terminar la igualdad en las naciones democráticas, aunque nos empeñemos en ser extravagantes con barbaridades como la LO 1/2004, llamada «Integral contra la violencia de género» y no en vano promulgada un 28 de diciembre. Hasta ahí, o mejor unos pasitos más atrás, pueden llegar las instituciones porque seguir avanzando llevaría a transitar por los peligrosos territorios de la injerencia y hasta de la ingeniería social. Y claro que existen comportamientos inaceptables, por machistas, aun sin llegar a lo delictivo: el jerarca de un partido que se graba cantando «chúpame la minga, Dominga, que tiene sustancia» mientras sus compañeras lo jalean con risotadas tabernarias; su jefe macho alfa que posterga a la ex novia a la última fila y promociona a la concubina del momento a la portavocía; o ese mismo líder que sueña con «azotar hasta que sangre» a una mujer que no comulga con su ideario.
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