Andalucía
El «tic tac» de la emergencia climática
La comunidad atesora una extensa costa y puntos desérticos y con nieve, lo que la convierte es un espacio de especial riesgo
La comunidad atesora una extensa costa y puntos desérticos y con nieve, lo que la convierte es un espacio de especial riesgo
«España se encuentra ya en un proceso de cambio climático. Los fenómenos atmosféricos son cada vez más frecuentes e intensos y en los años venideros se prevé que se multipliquen, si no se pone freno al calentamiento global. Partiendo del cambio ya observado, los escenarios de futuro indican que las olas de calor se repetirán cada verano y superarán los récords de temperaturas hasta ahora registrados, la gota fría traerá graves lluvias torrenciales e inundaciones en pueblos y ciudades del Mediterráneo y los huracanes, atípicos en esta zona del planeta, visitarán la Península». Es un párrafo de un informe elaborado por Greenpeace en 2018 titulado «Así nos afecta el cambio climático».
Ya no es un riesgo, es una realidad. En otro estudio de la mencionada organización ecologista rotulado como «Cambia la energía, no el clima», se alerta de que se están produciendo alteraciones «evidentes en la biodiversidad y en la población» en el conjunto del país que tienen que ver con la desertización, el mar, las temperaturas o la sequía.
En ese escenario, «Andalucía no es una comunidad que se pueda tomar a broma esto del cambio climático porque contamos con la maravilla de tener en una misma región desierto, mar y nieve, pero son ecosistemas muy sensibles», apunta Juanjo Carmona, portavoz de WWF en Andalucía.
El 20% de la Península, según los datos que maneja Greenpeace, se puede considerar hoy desierto, y el 75% del territorio español está en riesgo de serlo, en especial algunas zonas entre las que se incluyen las provincias de Almería y de Jaén. A detener ese avance no ayudará la sobreexplotación de acuíferos de la que los grupos ecologistas llevan tiempo alertando.
Respecto a la temperatura, el verano dura ahora de media casi cinco semanas más que a principios de los ochenta y es más caluroso y, de acuerdo al informe sobre Sostenibilidad en España 2018 de la Fundación Alternativas, en el futuro no es descartable tener que hablar de desplazados climáticos, ya que la desertificación y la sequía podrían obligar a grupos de población a trasladarse de unas regiones a otras o a las ciudades.
En cuanto al mar, su nivel aumentará más rápido de lo previsto. Es lo que se sostiene en el documento «Informe especial sobre el océano y la criosfera en un clima cambiante» del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la Naciones Unidas (ONU) en el que se recoge que es probable que la subida del nivel del mar supere los 90 centímetros para 2100, si las emisiones de carbono continúan al alza.
Andalucía atesora casi 900 kilómetros de una costa muy poblada. «Ahí hay un riesgo muy alto para las personas que hay que afrontar y que en todos los casos no se podrá solucionar con espigones o similar, que además son muy costosos», señala Carmona.
El portavoz de WWF en la región recuerda que el Ministerio del ramo apuntó en un estudio hace unos años a «dos zonas de especial vulnerabilidad en relación a la costa y al cambio climático: el delta del Ebro y el estuario del Guadalquivir». «Marcaron como prioritario recuperar las llanuras del segundo río, sobre todo, la margen izquierda», indica Carmona, «para conseguir que si hay inundaciones o mareas altas, el agua tenga donde meterse y no llegue a localidades como Sanlúcar, Coria, Puebla...».
Tiene claro que la falta de lluvia o su presencia torrencial harán que espacios como Doñana «sufran», por lo que habrá que prestarles especial atención. Y añade otro lugar donde poner el foco: Sierra Nevada. «Allí hay extractos de vegetación conforme se sube, si el cambio climático sigue adelante y se eleva la temperatura, habrá especies que colonizarán zonas más altas y otras se perderán porque no tendrán sitio donde meterse», explica.
«La gente tiene que empezar a entender –cose– que cuando hablamos de emergencia climática no lo hacemos del planeta, sino de si nuestra especie quiere seguir viviendo en él como mínimo como lo hacemos más o menos ahora». E insiste: «No se trata de salvar a las ballenas o a los elefantes, sino de salvarnos a nosotros y de vivir o no en una sociedad más o menos estabilizada. Todo lo que sea que el cambio climático avance, será un problema para eso... El planeta sobrevivió al meteorito que mató a los dinosaurios y lo hará sin nosotros».
Varios de los estudios mencionados y otros hacen notar que el cambio climático tiene un impacto, que irá en aumento, sobre sectores productivos como el turismo, uno de los motores económicos de Andalucía; o la agricultura y la producción de alimentos. El representante de WWF suma además otro elemento: «Estamos muy cerca de África y hay enfermedades que podrían saltar el Estrecho con facilidad, igual que especies que antes eran ocasionales y ahora se quedan porque encuentran aquí alimentos».
En definitiva, se avecinan riesgos para la vida humana, los ecosistemas y las economías locales. Y ¿qué se puede hacer?, ¿por dónde empezar a actuar? El coordinador de Ecologistas en Acción en Andalucía, Eduardo Gutiérrez, anota tres elementos «perjudiciales» a tener en cuenta: «La producción energética, el urbanismo y la movilidad». Insta a las administraciones a combatir el «urbanismo desaforado, sobre todo en el litoral, donde se ha comido parte de las playas». Denuncia que distintos análisis científicos confirman que se han modificado «las dinámicas costeras» artificialmente, lo que tiene consecuencias. «Hemos visto cómo en los últimos años cada vez que hay fuertes lluvias los paseos marítimos de provincias como Huelva, Cádiz o Málaga casi desaparecen y hay que gastar dinero en repararlos», ejemplifica. Pide a la Junta que frene «la construcción muchas veces ilegal de la costa, algo en lo que no está haciendo nada», lamenta. Gutiérrez pone el acento además en que aún «no se ha publicado el plan de acción» ligado a la Ley de Cambio Climático que se aprobó en el Parlamento regional y que «tiene que estar en vigor antes de 2021». Critica que desde la Administración no se haya fomentado la «participación».
Y es que los ecologistas abogan por que la honestidad sea el grado cero de cualquier acción ligada a la crisis climática porque lo que está en riesgo es la vida.
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