Conciertos

«España no es solamente flamenco, existe una gran riqueza folclórica»

Carmen París, en una de sus actuaciones
Carmen París, en una de sus actuacioneslarazon

Fusiona la jota y lo hace universal. Protagoniza una gira acompañada sólo por el piano para mostrar la cara más delicada del género baturro por excelencia. La jota –dice– «es la madre del cordero»

En el coro de la iglesia destaca por el vozarrón altivo en un cuerpo diminuto de niña enclenque. El cura la miraba desde la altura de su magisterio, del sentido común, pero no se creía de dónde salía aquel torrente que ella traía «de fábrica». Carmen París (Tarragona, 1966) recorre el mundo con la jota como estandarte y se cuela en los festivales más alternativos para dejar a los modernitos con la boca abierta y a los puristas con la boca partida mientras se marca un bolero, retoma una vieja melodía de jazz o se pone con la percusión africana; porque además se ha pasado media vida en el conservatorio hasta que la expulsaron en octavo de piano por ser demasiado «moderna», que es lo mismo que le decían a Satie los que aún no sabían que estaba cambiando la sensibilidad musical.

–¿De verdad que la jota es universal?

–Pues yo creo que sí, el movimiento se demuestra andando y pienso que lo estoy consiguiendo. No sólo es universal sino que está en el sustrato de muchas músicas latinoamericanas, hay jotas en Filipinas porque donde dejamos rastro se cantan.

–Cuentan que Luis Cernuda, exiliado en Londres, lloró una vez viendo a un grupo de joteros en el Instituto de Cultura Hispánica y eso que era sevillano...

–Es que la jota la cantes donde la cantes, la gente se emociona porque es un cante surgido del campo y allí en esencia todos somos iguales. Yo le he cantado a un abuelo aimara en el Machu Picchu una jota y se puso el hombre a llorar, aunque no entendiera lo que yo decía. Por eso en mi último disco he traducido mis letras al inglés, para que todo el mundo las comprenda porque es universal y nuestro. Es lo que yo digo siempre, España no es solamente flamenco. Existe una gran riqueza folclórica que se va a perder, aunque haya un movimiento de recuperación, pero hay una invasión anglosajona muy aplastante.

–Además hay jotas repartidas por toda España.

–Todo el mundo tiene una abuela que le cantaba una jota y no es exclusivamente aragonesa, que yo es la que trabajo porque es la que mejor conozco, pero luego hay catalanas, valencianas, castellanas, extremeñas. No es un patrimonio exclusivo de una comunidad.

–Vamos, que no se exige una nobleza baturra para cantarlas.

–Lo que pasa es que para la jota aragonesa se necesita de una bravura que para cantarla hay que hinchar la vena del cuello, a chorro de voz, porque es la más brava y vistosa.

–Pero al piano queda preciosa...

–Bueno, es que le hemos cambiado un poco la melodía, los acordes; yo les pongo más colores y más timbre. En mi espectáculo «París al piano» muestro mis canciones en esencia como yo las he concebido.

–¿A la jota qué le va más el amor o el desamor?

–Pues es que hay de muchos tipos: de amor, desamor, siega, brega, las jotas guarras (risas) y hasta surrelistas: «como sé que te gusta el arroz con leche/por debajo la puerta te echo un ladrillo», por ejemplo. (Risas)

–¿Con quién ha tenido más problemas: puristas o modernos?

–La verdad es que ha habido algunos puristas que han puesto el grito en el cielo, pero han sido minorías porque he sido profeta en mi tierra, además me enorgullece que la gente joven que está en las rondallas y grupos tradicionales les guste el aire nuevo que le doy a las viejas melodías. También pasó en el flamenco, no hay que decir innovación o tradición, sino innovación y tradición.

–Pero Carmen París también se acerca al jazz, al bolero...

–Es que me he propuesto hermanar a la humanidad con la jota, porque la jota es la madre del cordero.

–Colaborando con Chano Domínguez o Ruibal.

–Claro, porque aparecieron en el momento adecuado cuando tenía preparado mi primer disco en Zaragoza. Ya había fraguado la jota como música del mundo con toque jazzístico y entonces se cruzó Chano Domínguez cuando fui a Madrid para trabajar con un grupo haciendo los coros. Pregunté por él y al momento estaba entrando por la puerta, me dije que entonces no podría salir mal. Aquel fue mi primer disco y firmé con Warner que fue la que se quedó con aquel disco.

-¿Qué queda de aquella niña que cantaba en el coro de la iglesia?

-Pues aquí sigue, de hecho en el último disco tengo una versión del «Juntos como hermanos», en plan góspel jotero.

-Con el cambio que le está dando el Papa Francisco a la Iglesia lo mismo pasamos del gregoriano a la jota de Carmen París.

-¡Pues a ver si le gusta!