Lucas Haurie
Frutales y sastrería
Chicago en el exitoso primer «single» de No me pises que llevo chanclas, pueblo natal del campeonísimo Jesús Navas orgulloso también de una recta de longitud patagónica, productoras sus tierras de las célebres «asandías» del idiolecto loperiano y, sobre todo, de una sabrosísima uva de mesa... Los Palacios y Villafranca. Concejala allí en tareas de gobierno antes de cumplir los treinta, Rosario Ayala ha sido defenestrada de su mamandurria juntera tras comprobarse que cargó al ayuntamiento tres trajes de gitana, lucidos con incuestionable donosura en diversas ferias y romerías durante más de un lustro. Recién absuelto en el Supremo Paco Camps por un asunto análogo, se extraen conclusiones más allá de que no vale la pena solicitar su procesamiento y de que resulta llamativa esta relación entre las comarcas frutícolas y la querencia de sus gobernantes por la sastrería de gañote. Básicamente, que estos políticos desde la cuna (Camps tampoco trabajó jamás en otro sector y era delegado municipal de Tráfico con 29 años) desarrollan una concepción patrimonialista de la Administración que los sume en profundas confusiones, siendo benévolos, o más bien en el limbo moral. En segundo lugar, comprobamos que hacer distinciones entre partidos es un ejercicio que conduce a la melancolía. Y por último, ya como consideración personal, constatamos que a doña Rosario le quedan los trajes de cine, pagáralos quien los pagase. Así que si Susana Díaz la ha destituido, es por pura y simple envidia; porque resulta harto improbable que haya tenido un ataque de decencia quien jamás conoció tal.
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