San Petersburgo
La llave maestra de Aníbal González
No era casualidad que el salón de actos de Capitanía General, en plena Plaza de España, fuese el escenario elegido para el Encuentro Internacional de Arquitectura Contemporánea de Ciudades Históricas que Juan Ignacio Zoido inauguró ayer. Algo más de un año después de evitar la inclusión de Sevilla en la lista negra de la Unesco, el alcalde de Sevilla se plantea ampliar la zona declarada Patrimonio de la Humanidad a la Torre del Oro y la Plaza de España en la capital y sugiere a Jerez y Córdoba que se sumen a la iniciativa con otras obras del arquitecto sevillano, referente del regionalismo andaluz de comienzos del siglo XX.
La propuesta formal a la Unesco ha de formalizarse a través del Ministerio de Cultura, de quien el Ayuntamiento ya ha recibido el «ok». El proceso es largo, aunque el delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, indicó que por parte del Consistorio no va a quedar: «El Ministerio también está muy interesado. Le pedíamos que hiciera una valoración desde su perspectiva nacional de la iniciativa y siempre nos ha alentado».
La delegación sevillana que viajó hace un año a San Petersburgo a defender la no inclusión de la Giralda, el Archivo de Indias y la Catedral entre los monumentos en riesgo de perder la denominación en cuestión, ya planteó la posibilidad de manera «informal» a representantes de países miembros del comité ejecutivo. La percepción que tiene el Ayuntamiento es que la Unesco «siempre abre esa opción» porque forma parte de sus principios. «Cuantos más bienes Patrimonios de la Humanidad existan, mejor», recalcó el delegado de Urbanismo, pues ello supone un compromiso por parte de los países en la conservación de sus bienes.
Los requisitos que exige la Unesco son múltiples, pero el Ayuntamiento ya ha elaborado un dossier argumentando y analizando que estos bienes los cumplen. En el análisis previo con Cultura se pusieron sobre la mesa otros enclaves de Sevilla como las Atarazanas e incluso del casco histórico, aunque éste tiene una dificultad especial al ser el segundo más grande de Europa. Los dos bienes que mejor cubren esos requisitos son la Torre del Oro, de 1220, y la Plaza de España. La obra principal de la Exposición Iberoamericana de 1929 fue una de las múltiples edificaciones de Aníbal González. De hecho, el Ayuntamiento hispalense y el propio Ministerio animan a que otras ciudades como Jerez de la Frontera o Córdoba se sumen a la petición para que otras obras del arquitecto sevillano también obtengan la denominación. El Gallo Azul (1928), de estilo regionalista y neomudéjar, es todo un símbolo arquitectónico de la ciudad gaditana, al igual que la estación de trenes. Y el edificio Siena, en plena Plaza de las Tendillas de Córdoba, supone otro ejemplo.
La misión «no es fácil». Hace catorce meses, el objetivo del alcalde era evitar que la construcción de un rascacielos de 40 plantas como la Torre Pelli supusiera que la Unesco retirase la declaración de patrimonio de la humanidad sobre sus monumentos más emblemáticos. «Sabemos que es un hándicap, pero también un reto», señaló Vílchez.
El representante del Centro de Patrimonio Mundial de la Unesco en el Encuentro Internacional de Arquitectura, Karim Handili, explicó que muchos países han seguido un procedimiento similar al que pretende Sevilla. El Comité de Patrimonio Mundial ha se determinar si «los nuevos elementos contribuyen a la riqueza del conjunto del Patrimonio de la Humanidad».
No se produce una votación, simplemente ha de existir consenso y contar con la «recomendación de Icomos», uno de los organismos asesores. Hendili negó que pueda afectar lo sucedido el año pasado: «La construcción de la Torre Pelli es una cosa y el Comité ya tomó su decisión». Una vez España presente el dossier, el proceso durará año y medio: «Primero los organismos consultivos lo evalúan y hacen una recomendación y luego el Comité toma decide».
Vílchez desliga la celebración del encuentro internacional ayer inaugurado de esta propuesta. El objetivo de estas jornadas es «acabar con la inseguridad» que existe en la normativa básica de la Unesco sobre la compatibilidad de las nuevas construcciones con las históricas y sentar unos principios para articular un procedimiento que permita a los países titulares de bienes Patrimonios de la Humanidad actuar con la seguridad de que no se contravengan las normas sobre conservación paisajística y urbana.
«Nos gustaría que la visita de la Unesco permita comprobar que Sevilla es una ciudad que conserva su patrimonio. No tenemos un programa teledirigido para convencerlos, simplemente con que vean nuestras calles y bienes, estamos convencidos de que van a concluir que no hay menoscabo en la conservación del patrimonio», añadió. Durante estos días, la delegación oficial visitará el Alcázar, el Archivo de Indias y la Catedral, sin renunciar a mostrar el resto del casco histórico.
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