Sevilla

Las escuelas de segunda oportunidad quieren ser oficiales

Trescientos jóvenes sin estudios y sin recursos se forman cada año en ocho centros andaluces, que reclaman una acreditación y una financiación asociada estable para poder mantenerse

FORMACIÓN INTEGRAL. El aprendizaje de una profesión sirve de «enganche» para abordar otros aspectos y conseguir una reinserción de los jóvenes. En las imágenes, chicos en un taller de la Fundación Don Bosco
FORMACIÓN INTEGRAL. El aprendizaje de una profesión sirve de «enganche» para abordar otros aspectos y conseguir una reinserción de los jóvenes. En las imágenes, chicos en un taller de la Fundación Don Boscolarazon

Trescientos jóvenes sin estudios y sin recursos se forman cada año en ocho centros andaluces, que reclaman una acreditación y una financiación asociada estable para poder mantenerse

«Es una segunda oportunidad a jóvenes para los que la primera, si alguna vez existió, no fue exitosa». La definición del director general de la Fundación Proyecto Don Bosco, Ignacio Vázquez, condensa la esencia de las llamadas escuelas de segunda oportunidad. Andalucía dispone de ocho centros, seis pertenecientes a dicha fundación y dos gestionados por la Asociación Arrabal. Son espacios donde más que el fracaso educativo se aborda la derrota de la sociedad con quienes no encajan en la mayoría, en los que cada año 300 alumnos cursan itinerarios integrales de formación. A algunos les servirá para reincorporarse al sistema educativo que los expulsó; a otros, para acceder a su primer trabajo; y otros muchos habrán adquirido herramientas para desenvolverse en su día a día. «Es innegable que los chavales salen de los programas varios escalones por encima que cuando entraron. Saben gestionar su tiempo, las emociones, tener iniciativa, valoran el respeto, adquieren una responsabilidad... Son cuestiones que trabajamos con el enganche de un oficio», relata José María Usón, presidente de la Asociación Escuelas Segunda Oportunidad (E2O) de España. La media para lograrlo son entre dos y tres años.

«Acuden fundamentalmente chicos y chicas de entre 15 y 29 años para los cuales la escuela reglada ya no es una opción. Normalmente han abandonado el sistema educativo sin ninguna titulación», explica Vázquez. El también vicepresidente de la asociación reconoce que el punto flaco es la financiación. «La hacemos de manera artesanal, es un puzzle que vamos componiendo a partir de diversas aportaciones». Dependen de la labor social de entidades privadas y de las ofertas puntuales de los distintos gobiernos autonómicos, locales o estatal. «No tiene ningún sentido. Los chavales necesitan que podamos atenderlos, orientarlos, hacer prácticas, entrar en una empresa... y eso no puede depender de que en ese momento nos puedan financiar un orientador o no», lamenta. «Lo único que la sociedad ve es que los chicos han fracasado en el sistema educativo. Posiblemente, lo que ha ocurrido es que el sistema no les ha ofrecido lo que necesitaban. Puede ser que no solo necesitaran una escuela, si no también a lo mejor ayuda en su familia, una vivienda o un empleo para sus padres», concluye.

El modelo francés marca la senda para España. Allí nació hace veinte años, en Marsella, el primero de estos centros. Su sistema dispone de un amplia red que atiende a 15.000 jóvenes al año; en España, llegan a 6.300. La principal diferencia es sin duda la brecha de abandono escolar temprano: frente al 8,5% de Francia se sitúa la tasa del 20% de España, la más alta de la Unión Europea. En Andalucía, uno de cada cuatro jóvenes entre 18 y 24 años deja los estudios una vez concluida la etapa obligatoria. «Su red tiene desde el año 2005 un reconocimiento nacional y una financiación asociada a la acreditación», según destaca Guillaume Thureau, coordinador de la E2O.

Hasta la fecha, cada entidad actuaba por su lado. Hace un año se constituyeron en asociación con el objetivo de «consensuar un modelo» y lograr una acreditación oficial. El coste por centro varía desde los 200.000 euros de los más modestos a superar el millón de euros. «Llevamos más de veinte años trabajando, no acabamos de llegar», recuerda su presidente. Para Thureau, «hay realidades similares, pero son países bastante distintos. Sin embargo, creo que el problema es de toda Europa, con una parte de la juventud a la que le cuesta encontrar un camino dentro de un mundo que cambia muy, muy rápido».

Aunque comparten nomenclatura, nada tienen que ver con las becas de Segunda Oportunidad de la Junta de Andalucía, una ayuda anual de 4.000 euros. En este curso, beneficiará a 650 jóvenes. «La mayoría de nuestros alumnos están tan lejos del sistema que para ellos acceder a esas becas podría ser el final de un proceso, pero no es una respuesta inmediata», admite el responsable de Don Bosco. A sus instalaciones del Polígono Sur de Sevilla, donde se celebró el II Encuentro Nacional, también acuden menores tutelados por la Administración. Con la mayoría de edad, están obligados a independizarse.

«Existe un reloj puesto en sus cabezas que son los 18 años y con ellos hay que plantearse itinerarios realistas, porque a esa edad tienen que ser autónomos –detalla Vázquez–. Tenemos una red de pisos para ellos e intentamos que el itinerario iniciado no se corte y se prolongue un poco más», manifestó.