Refugiados
«Las manos en el mar de los que quieren ayudar»
Los bomberos absueltos en Lesbos preparan los próximos retos de la ONG
«Nunca fuimos héroes. Si acaso niños tirando piedras». Los versos de David Eloy dibujan el perfil, tantas veces recubierto de salitre y tantas salpicado por rescoldos de fuego, de Manuel Blanco (47 años), Quique Rodríguez (32 años) y Julio Latorre (34 años), los tres bomberos sevillanos de la ONG Proem Aid absueltos en Lesbos de la acusación de tráfico ilegal de personas. «¡Free, free!», señaló en medio del alboroto de una sala en la que se dirimían «hasta 9 causas» el abogado Jeris Petsikos. Fue lo único que acertaron a comprender en medio del caos griego. Unos gritaron, otros lloraron, y se fundieron con fuerza en un abrazo, el único arma que en realidad portaban en la embarcación cuando fueron detenidos, a pesar de que les intentaron acusar también de tráfico de armamento por los cortacabos del equipo de rescate. Con abrazos y mantas salvaron a muchos de morir de hipotermia en el Mediterráneo. A un niño la tarde previa al arresto.
«De primer listón, póngame de primer listón», repetía Quique Rodríguez «cuando entró dos meses de prueba en el parque de bomberos». «Siempre era así», cuenta Juan José Márquez, de 76 años, 37 en el Cuerpo de Bomberos, paisano de Los Palacios, municipio de uno de los detenidos en Lesbos. «Es un león», describe entre lágrimas, después de entregarle a la llegada a Santa Justa un mural con recortes con fotos de rescates. «Tengo 5 cuadernos y más de 20 poemas están dedicados a los refugiados», señala el veterano bombero. Quique Rodríguez destacó «la oleada de solidaridad, desde Alejandro Sanz al matrimonio mayor de La Algaba que estos días me decía cuánto rezan por nosotros». Enrique cuenta que «cuando la fragata griega nos puso la proa volviendo a puerto sin hallar la balsa, hablábamos con los policías de Tsartas», el fino mediocampista heleno que jugó en el Sevilla. «A mi madre, la pobre, le habré echado unos pocos de años encima», señala. Carmen González suspiraba ante «el fin del calvario, todos los días la misma cantinela». Pero Quique recuerda: «El problema no ha acabado. Hace un par de noches se asistieron a embarcaciones con más de 200 personas. Tenemos ganas de volver a ayudar». «En Lesbos ha habido un receso y el flujo migratorio se ha trasladado al Mediterráneo central. Las embarcaciones siguen llegando pero no con tanta asiduidad. Llegamos a ver hasta 36 en un día. La distancia entre Libia y la costa italiana es más grande, por lo que se necesitan barcos más grandes y más recursos», cuenta sobre el próximo proyecto. Enrique Rodríguez mañana mismo tiene guardia en su puesto como bombero del Ayuntamiento de Sevilla. Llegó en ferry el 2 de enero a las 11:00. A las 11:15 estaba rescatando a nado. «Tengo clavada la imagen de una abuela, madre e hija, abrazadas en la balsa. Me tiré a por ellas en vaqueros, sin el neopreno. No puede ser, pensé».
En Moria, al norte de la capital Mitilene, donde se celebró el juicio, está el campo de refugiados más grande de Europa, con una capacidad para 2.500 personas más que superada, lo que provoca condiciones que cuestionan la conciencia de Occidente. El agua ha devorado a 12.000 personas entre 2015 y 2017, según la Organización Mundial para Migraciones y Acnur. Este año, van 619 personas ahogadas en el Mediterráneo de los más de 1.000 migrantes y refugiados fallecidos en el mundo. El 40% de los rescates corren a cargo de ONG, según Acnur. «Se está haciendo un trabajo que no corresponde a las ONG». En Lesbos los refugiados llegan a pagar «hasta 1.300 euros por billete a las mafias» para ir en embarcaciones en las que «a nadie en su sano juicio se le ocurriría montarse», señala la ONG. «Los billetes van en función de las condiciones climatológicas. Los días más adversos hacen ofertas y los niños no pagan».
La imagen inmisericorde de un niño de apenas tres años, Aylan Kurdi, con pantalón vaquero y camiseta roja, bocabajo a plomo en una playa, inerte, revolvió las entrañas de media Europa. El batallón de indignados diletantes del primer mundo puso un «hashtag» en sus redes sociales, y continuó viviendo. Era un 3 de septiembre de 2015. Para José Antonio (Onio) Reina y Manuel Blanco supuso la gota que colmó el vaso de bilis que soportaban su entrañas. Crearon la ONG en septiembre de 2015. Viajaron a Grecia y en los siguientes 45 días rescataron a cientos en aguas heladas. Con Manuel Blanco, sargento de la Diputación de Sevilla, y su amigo de la infancia José Manuel Pastor, también bombero en Mairena del Aljarafe, como Onio, prepararon en un mes Proem Aid, Ayuda de Profesionales de Emergencias. En Castilleja de la Cuesta y Santiponce, Protección Civil les prestó una lancha, invirtieron 500 euros. A los dos meses de la muerte de Aylan, el Megane ranchera del propio Onio le llevaba hacia Grecia, tirando de un remolque 4.000 kilómetros en 58 horas. Durante 10 días trabajaron en dos grupos en mar y orilla. La madrugada del 14 de enero de 2016, los guardacostas hicieron requerimientos técnicos y tuvieron que llevar la embarcación al taller. Recibieron una petición de ayuda de la danesa Team Humanity para rescatar un bote. En el lugar del naufragio no había nada. A la vuelta fueron interceptados por una patrulla griega.
«Desde el 14 de enero de 2016 al 7 de mayo han pasado más de 800 días en los que sobre nosotros pesaba una condena virtual por un delito en grado de tentativa de tráfico de personas (a razón de 10 años por persona). Lo único que hicimos fue ir a un lugar donde hombres, mujeres y niños morían ahogados al intentar escapar de problemas de la guerra, de la extrema pobreza. No queremos que se olvide eso», señaló Manuel Blanco. «Queremos decir que seguimos condenados a salvar vidas, queremos seguir siendo las manos en el mar de todas aquellas personas que quieren ayudar y evitar que sigan muriendo personas cuando huyen», insistió Blanco. Como «agridulce» definió Quique Rodríguez sus sensaciones al «volver» a Lesbos y ver que «el problema que nos llevó allí a nosotros continúa». «Esto ha sido un mal bache, ya está superado y a liarnos otra vez la manta a la cabeza», describió Julio Latorre.
La Diputación reconocerá el Día de la Provincia a los tres bomberos, que el viernes fueron recibidos por Susana Díaz y también han sido propuestos para la cruz con distintivo blanco de la Policía Local. Los bomberos señalan como claves el testimonio de los guardacostas griegos y de la consejera de Justicia, propuesta como testigo a última hora. «Son hombres de ley y de orden», defendió Rosa Aguilar. Decía Michael Caine en «El caballero oscuro» de Nolan que «algunas personas sólo quieren ver el mundo arder». «Manuel, ahora a descansar un poco, que tampoco vas a salvar el mundo tú solo», le bromearon al llegar a Sevilla. «Yo lo voy a salvar», respondió, como un reflejo. «Hay niños que la primera vez que han visto el mar es con la oscuridad, en condiciones de mucho miedo, estrés, incluso han podido ver fallecer a alguien en el barco. Esos niños cuando oyen el rumor del mar son incapaces de mojarse lo pies». Se trata del Proyecto Agua, para 20 niños en el campamento Pikpa. «Dependerá de los recursos que tengamos» . «Y si no hubiera luz, si no la hubiera buscaríamos un faro en la tormenta, haríamos un fuego, construíriamos la luz», terminan los versos de David Eloy.
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