Política Cultural
Las migas de la Pepa
Sobrevivir al festivo de los Santos Inocentes se hace cada vez más llevadero. Y así sucede porque, conforme pasan los años, uno tiene la impresión de que la broma con apariencia de verdad, la inocentada clásica, se revela continuamente en el día a día, suprimiéndose la distinción entre lo real y lo fabulado. En medio de este galimatías de choteos, medias verdades y mentiras circuncisas, la respuesta de los ciudadanos oscila entre el seguidismo borreguil y el conspiranoico descreimiento, atravesando una gran variedad de tonos grises. Habría que adivinar en qué tipo de grisura cabría situarse ante la inocentada de la semana, manifestada con esplendor verbenero en el Boletín General de las Cortes Generales. La cosa tiene su miga. La Comisión Mixta para las relaciones con el Tribunal de Cuentas ha instado al Gobierno a liquidar, de una vez por todas, el consorcio público que organizó los fastos del centenario de la Constitución de 1812. El informe del órgano fiscalizador es terrorífico. Y a nadie de la Administración General del Estado, de la Junta de Andalucía, de la Diputación Provincial de Cádiz y los ayuntamientos de Cádiz y San Fernando parece habérsele caído el pelo del sombrajo. La gruesa letanía de errores contables y omisión de justificantes ocurridos entre 2007 y 2012 causa verdadero sonrojo, asemejándose al tono de una película de género apocalíptico del tipo de Mad Max. Las fechas señaladas no son en absoluto inocentes, pero la inocentada ha sido menuda. Y sigue siéndola, pues cinco años después de la celebración del bicentenario de la Pepa, ese consorcio múltiplemente administrado, o como sea que se llame a lo que se ha perpetrado ahí, todavía no ha sido liquidada. Las deudas tienen la culpa. A ver cómo se paga qué... Y viva la Pepa.
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