Sevilla
Lola Marmolejo: «'Estrella sublime’ está viva»
La incombustible charla entre una camarera y la Virgen sigue rompiendo la taquilla después de casi veinte años
La incombustible charla entre una camarera y la Virgen sigue rompiendo la taquilla después de casi veinte años
Después de casi 20 años en escena, el éxito de la obra «Estrella sublime» continúa. Largas colas para ver las funciones y ni una entrada disponible desde hace varias semanas. No es algo nuevo, ya que la pieza que montó la compañía Bastarda Española se ha movido mediante el mecanismo del boca a boca durante este tiempo a medio camino entre la polémica y el entusiasmo. Cuando ya se han recogido los pasos de palio en Andalucía, es hora de recordar esta historia de mujeres luchadoras: Lola «La camarera» y Macu «La virgen». Ternura, comprensión y humor en la tierra de María Santísima.
–«Estrella sublime» es ya un clásico del teatro contemporáneo andaluz.
–Estamos muy satisfechos porque la gente tiene muchas expectativas y siempre nos preguntan que cuándo vamos a volver a representarla.
–¿Y ustedes pensaron hace 18 años que esto iba a suceder?
–Ni en nuestros mejores sueños, ha sido una sorpresa además muy grata. Pensábamos que medianamente funcionaría, que gustaría, pero no que sucediera esto. Ha sido sorpresivo y agradable.
–¿Ha cambiado mucho la obra al llegar a la mayoría de edad?
–Ha madurado, porque ha incorporado muchas cosas nuevas, porque la vida ha dado un giro tremendo en todos estos años. Desde que empezamos han pasado tantas cosas que nosotros hemos tenido que incorporar contenidos para darle un punto de actualidad. Creo que eso es lo que funciona, porque ven que los personajes están vivos y eso le da alegría al texto. Indudablemente, «Estrella Sublime» está viva.
–Tiene una carga importante de ternura y comprensión entre dos mujeres.
–Es cierto. Nosotros siempre nos preparamos, no animándonos antes de comenzar cada función, porque se trata de una pieza que está viva, pero entre nosotras dos (Charo Urbano interpreta el personaje de Lola «La camarera») hay una complicidad muy grande. Si fuéramos a escena como se va a la oficina está claro que en cinco o seis años esto se hubiera ido al garete. Es verdad que hay mucha ternura, complicidad, y eso se transmite al público, eso se ve.
–¿El personaje de «La Virgen» ha cambiado mucho?
–Sí, está más a gusto, ha madurado, ha encontrado su sitio. Creo que se permite cosas que antes no se permitía porque era un personaje muy encorsetado. Pensar que tienes que hacer de la Virgen daba mucho respeto, sobre todo a mí, pero llegó un momento en el que te das cuenta de que ella es una mujer más, que tiene sus problemas y que los sufre. Me ha hecho crecer como actriz y como persona.
–Eso de decir que la Virgen «es una mujer» es una afirmación muy propia del mundo real de las camareras y priostes, que mantienen con las vírgenes una relación personal.
–Desde luego que sí. Es verdad, porque en la propia Semana Santa la gente se dirige a ella como si fuera alguien de su familia: «Madre ayúdame», «Que mis niños tengan trabajo». Cuando se le pide algo a la Virgen no se le hace como si estuviera a otra altura, sino de tú a tú, como si le hablaras a alguien del INEM: «Dale un trabajo a mi niño que está desesperado». Cosas así, porque la relación es muy personal.
–Cuénteme, ¿cómo se representa esa feminidad que hay entre ambas?
–Pues mira, hablando un poco de lo divino y de lo humano. De los problemas, de las ilusiones, igual que como se entablan las relaciones humanas porque se destaca la necesidad de sentirse escuchado, de sentirse comprendido, de que alguien sea cómplice contigo de tus problemas e ilusiones. Tiene un punto muy interesante de humanizar y tratarlo todo desde el respeto y el cariño, por lo que no hieren a nadie porque no hay esa intención. Nosotros no lo hicimos nunca con la intención de una obra que diera que hablar, ni muchísimo menos, sino para poner en un plano distinto en una cuestión que es muy nuestra. Toda esa iconografía que parece tan intocable, pero no es así, porque las relaciones de mujer a mujer son distintas.
–No debió ser fácil meterse en el papel de la Virgen...
–Pues en principio lo hice mediante el conocimiento de la Biblia, porque en ella aparece muy pocas veces. El nacimiento, cuando se le pierde el niño en el templo y luego cuando van a matar a Jesús. Aquello me impresionó y luego que no muriera, sino que la abdujeron directamente. Una piensa que es una vida muy dura, siempre pendiente de su hijo y saber que lo van a matar. Tendría un papel muy de sufridora, porque cuando se tiene un hijo que es un líder se debe sufrir mucho aunque éste haga el bien. Por eso, el primer monólogo que tiene parece que hace gracia, pero en realidad es muy duro porque estaba preocupada por todo lo que pasada a su alrededor.
–Esto tiene mucho que ver con cómo es la mujer en Andalucía.
–Sí, hay tantas madres coraje que por cuestiones que no se sabe muy bien cómo, siempre están ahí. Tienen un papel protagonista, de tirar para adelante sin que se sepa que son ellas las que llevan el cotarro, sino dándole el protagonismo a quien lo tiene. Siendo muy humildes y creo que eso es habitual en la mujer andaluza.
–¿La obra se entiende bien fuera de Andalucía?
–Vamos a ser honestos, como se entiende aquí no se entiende en otro sitio porque la relación nuestra con las imágenes y con la Virgen es distinta. Esto es muy de Sevilla, pero lo entienden porque cada pueblo tiene una patrona con mucha relación directa con los vecinos. Hay cosas que se pierden y nosotros intentamos adaptarlo a cada lugar.
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