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No hay peor ciego que el que no quiere ver

La Razón
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Si nos paramos a analizar las reacciones ante los atentados en París, hace apenas unos pocos días, podríamos llegar a la conclusión de que, sin duda se trata de una reacción más propia de una sociedad que, aún estando inmersa en lo que el Papa llama la Tercera Guerra Mundial, se siente totalmente alejada de estos sucesos, porque somos tan necios que no nos acordamos del 11M. Y es que Europa no se quiere enterar de que estamos en guerra con unos bárbaros que quieren acabar con nuestra civilización. Ellos lo saben, y están preparados para ello, mientras que aquí nos preocupamos más de buscar culpables que de poner solución al problema. De unos días a esta parte la única respuesta que he percibido por parte de muchos ciudadanos –bastante insuficiente, por no llamar ridícula– ha sido la de ponerse en el perfil de Facebook o Twitter la bandera francesa, o subir una foto de la torre Eiffel. Lo vivido el pasado viernes se repite en Siria una y otra vez con los cristianos perseguidos, pero parece que Europa prefiere mirar hacia otro lado. Lo que tenemos que hacer los ciudadanos es exigir ya una respuesta contundente de los dirigentes europeos para acabar inmediatamente con estos asesinos, y dejarse de canciones y fotitos, porque esto no deja de ser una muestra más de la necedad que últimamente parece estar invadiendo occidente. Y es que parece que eso de hablar de una guerra y de atacar a quien nos ataca suena a conservador y a facha, que es mucho mejor confiar en los avances tecnológicos, y «concienciar» de lo que está ocurriendo para que no se repita, que eso de atacar es «vengativo». Yo recomiendo a los que dicen este tipo de cosas que vayan a tratar de convencer a los terroristas, a dialogar con ellos, que se tomen un café y los conciencien. Claro... luego tienen que volver vivos, a ver si les hacen caso. No podemos eludir el odio como si fuera el único medio para defendernos de él. Acabar con el problema atacando al origen del asunto militarmente no es ni más ni menos que la única manera de evitar que episodios así se repitan, y para ello hay que dar una respuesta firme y unánime, porque los que hacen imposible una evolución pacífica hacen inevitable una revolución violenta.