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No sin mi bañador

La Razón
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Estaba ayer con una terrible duda: ¿ será oportuno inaugurar la temporada de baños? La verdad es que 22 grados y viento frío no animan mucho. Me enfadé, a 7 de junio y sin poder bañarse. Claro que, como siempre, se encuentra un consuelo. Pensé que dentro de nada empezaremos a quejarnos del insoportable calor; y es que los 40 grados llegan aunque no quieras. Pero de pronto encuentro la verdad sobre esa especie de huelga de piscinas vacías. Esther Williams, la auténtica emperatriz de las mismas, había muerto. El mejor homenaje: dejar vacías todas las piletas del mundo, en señal de duelo.

De esta desaparición también podemos sacar partido los españoles. Con sólo 19 años, Esther ya era figura como nadadora sincronizada, en los Juegos Olímpicos de 1940. Hubiese ganado todas las medallas en la citada disciplina. La suspensión de los Juegos por la guerra fue para ella un grave disgusto. En este caso, aquello de que no hay mal que por bien venga sí se hizo patente. No tuvo medalla de oro olímpico, pero se convirtió en estrella, con un género a su medida, «el musical acuático» del que ha quedado como máximo estandarte «Escuela de sirenas». Como siempre, hay alguien que te llama con el chiste fácil: «Si la Williams hubiese cantado copla, su mayor éxito habría sido «La humedad, ése es mi nombre». «Qué más da, pero a ver quién me lo llama sin ponerse a remojar». Ya se sabe que hay más tontos que parados. Se preguntarán sobre el partido que podemos sacar los españoles. Si 1940 fue un año terrible para Europa, para España todavía peor. No estábamos para juegos; es más, supongo que la natación sincronizada era una disciplina desconocida en nuestro país. Incluso, simplemente, que nadaran las mujeres no estaba ni bien visto. El salto es tan grande, como en tantas cosas, que en las últimas Olimpiadas el equipo español ha conquistado trofeos y Gemma Mengual es una estrella. Cuando en 1947 Esther era una sirena, los españolitos, en un país donde las piscinas prácticamente no existían, se refrescaban mirándola en los cines de verano. Ya, por eso, merece ser recordada con cariño.