Sevilla
«No tengo edad arriba de un escenario»
Arturo Fernández regresa a Sevilla con «Enfrentados», «la mejor obra que ha caído en mis manos en los últimos veinte años»
Arturo Fernández regresa a Sevilla con «Enfrentados», «la mejor obra que ha caído en mis manos en los últimos veinte años»
Lo pudieron ver del 30 de noviembre al 18 de diciembre. Y desde el martes vuelve a actuar en el Teatro Quintero con la obra «Enfrentados», hasta el 26 de febrero. Arturo Fernández, historia viva de la interpretación española, cumplirá 88 años en Sevilla sobre las tablas. Un lujo para los sevillanos y «un honor» para el actor, que presume de ser quien «más tiempo ha estado en un escenario en Sevilla, que es mucho decir». Su imagen, ligada de forma irremediable a la de galán, adquiere otra dimensión en el papel del padre José María, un sacerdote católico de gran carisma, llamado a mayores responsabilidades jerárquicas, que ve alterada su rutina con la aparición de un joven seminarista, Tomás, interpretado por Bruno Ciordia.
«‘Enfrentados’ es ni más ni menos que la obra más importante que ha caído en mis manos en veinte años», dice Fernández, feliz por estar en «una ciudad con arte» donde «las cosas buenas se aprecian». Su temática, pese a ser escrita en 1980, sigue siendo actual, adaptación mediante. «Refleja de forma auténtica el momento actual. La historia de un seminarista que quiere cambiar la Iglesia: mujeres sacerdotes, curas que se casen, sacerdotes gays... Son problemas que se plantean, pero de forma muy inteligente y con respeto hacia la Iglesia. Te puedes reír pero te pueden caer lágrimas también ante la situación de soledad del sacerdote. Nadie sabe ni se preocupa de sus soledades», reflexiona el actor, que se confiesa católico –en alguna ocasión llegó a reconocer que en el colegio no lograba aprobar ninguna asignatura, «salvo Flauta y Religión»–.
A su juicio, no es que la Iglesia peque de falta de humor. «Es cauta y jamás se precipita, lo cual es muy de elogiar. Las cosas importantes necesitan reflexión. El Papa Francisco es muy auténtico y eso favorece mucho», añade.
Fernández interpreta al prototipo de sacerdote actual que termina entendiendo la necesidad de introducir cambios. «Es un hombre de fe. Podría llevar la mejor parroquia de Sevilla, de Madrid o de París... Es un poco aristócrata y se encuentra con un revolucionario. Pero lo adopta porque ve que hay verdades que muchas veces la Iglesia no quiere afrontar, precisamente por ser cauta. Pero el padre José María es un hombre con gran sentido del humor, para quien el vino es un referente. Al que no le gusta el vino lo considera un bulto sospechoso y tiene como una de sus grandes pasiones saber tocar el piano con la ilusión de cantar boleros. Eso quiere decir lo humano que es, porque los boleros hablan de amor».
El padre José María incluso tiene un programa de televisión sobre actualidad religiosa. ¿Imagina Arturo Fernández algo parecido en la vida real? «Tal y como están ciertos partidos... son herejes. España lleva 700 años siendo católica, hay que aceptarlo y yo lo soy», responde, sin negar la evidencia de que la Iglesia podría «vender» mejor sus muchas virtudes. «Depende de cómo se plantease el programa. ¿Por qué no? La Iglesia se sacrifica y realiza una labor humanitaria, incluso fuera de nuestras fronteras, que sería digna de mención».
La Sevilla mariana es precisamente noticia estos días de forma involuntaria. En Salamanca, la Junta de cofradías ha pedido a sus hermandades que no utilicen el acento andaluz para llevar los pasos, un freno a la «sevillanización». «La Semana Santa es grande en España y en el mundo. Si quieren copiarla, que lo hagan. Llevamos toda la historia copiando, desde los griegos. Hacerlo, además, engrandece la Semana Santa», explica Arturo Fernández, con la sabiduría que dan los años. El próximo 21 de febrero, martes, cumplirá 88 años. «Hay un momento de la vida en el que no te detienes a pensar si eres mayor o joven y en el que te das cuenta de que bello que es vivir».
¿Es esa la clave entonces? ¿Su elixir de juventud? «Hay mucha competencia y cuando me vaya dejaré una carta sobre cómo se hace, pero yo miento bastante...», bromea antes de exponer su visión: «Es viejo quien quiere ser viejo. Yo no tengo edad arriba de un escenario, se me van todos los males, ahí se me pasan porque el personaje al que interpreto no tiene nada. Por ahí debe ir mi historia. No sé vivir sin subirme a un escenario».
Arturo Fernández lleva 55 años en el mundo del espectáculo con su propia empresa. «Nunca una compañía, desde que existe el teatro en España, duró tanto como la mía. Y posiblemente sea aplicable a Europa. ¿Es o no para sentirse orgulloso?». Larga vida al «chatín» más español.
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