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Palmeros interpuestos

«El de Cútar ha dispensado a sus conmilitones andaluces tratamiento de provincianos menguados e incapaces de valerse por sí mismos»

Albert Rivera presentó el lunes a los consejeros de Cs / Foto: Manuel Olmedo
Albert Rivera presentó el lunes a los consejeros de Cs / Foto: Manuel Olmedolarazon

«El de Cútar ha dispensado a sus conmilitones andaluces tratamiento de provincianos menguados e incapaces de valerse por sí mismos»

La primera foto de familia del gabinete Moreno delante de la fachada churrigueresca de San Telmo estuvo precedida, la víspera, por otro retrato, el de la media familia que tutela desde su cuartel general Albert Rivera porque no debe fiarse demasiado, él sabrá por qué (y nosotros nos lo imaginamos), de Juan Marín. Tanto presumir de los orígenes de su abuelo Lucas, el de Cútar, para acabar dispensando a sus conmilitones andaluces tratamiento de provincianos menguados e incapaces de valerse por sí mismos. ¡Caramba con el charnego recrecido! Su hombre en Sanlúcar manejará el presupuesto sideral de Turismo, un arma propagandística más eficaz que Canal Sur, pues riega a los medios de comunicación con generosas campañas publicitarias, y acumula también competencias sobre violencia de género –a través de Justicia– y esa cosa evanescente de la «regeneración democrática» que no fue capaz de concretar en sus años de muleta del socialismo cojo. A ver si a la segunda va la vencida o si es tan sólo un refugio para acoger a los huerfanitos del PSOE no especialmente ideologizados (y su jugoso caudal de votos). Todos los movimientos del tutor, Rivera, apuntan en esa dirección, incluido su recalcitrante desprecio por la formación que le aporta los doce diputados sin los cuales no habría habido alternancia: su enésimo guiño a los progres exquisitos que desea pescar en las aguas revueltas del partido recién descabalgado del poder, demasiado pendiente de la purga de Sánchez al susanismo como para cuidar el granero electoral. Es duro comprobar el carácter subalterno conferido a la política andaluza, trampolín de los líderes nacionales para preparar el atracón de urnas que se les viene encima. El pacto no sólo se negoció en Madrid, sino que se controlará desde la capital por palmeros interpuestos.