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Pickman La Cartuja, en concurso desde julio, ultima su venta «parcial»

Detalle de una taza de La Cartuja
Detalle de una taza de La Cartujalarazon

La factoría espera confirmar esta semana si habrá un nuevo socio u opta por deshacerse de la unidad productiva

Las dificultades económicas no se alejan de Pickman. La sociedad ceramista se declaró en concurso de acreedores el pasado julio, pero la situación ha cambiado poco en estos nueve meses. Sus 94 trabajadores renunciaron entonces a cobrar regularmente a cambio de retomar sus puestos. Actualmente reciben ingresos de la nómina fraccionados cada semana o quince días. «Son porcentajes muy pequeños, tenemos que ponernos a hacer cuentas para saber cuánto nos deben exactamente», confiesa una de las empleadas, aunque calcula que «sobre tres meses». «El sacrificio es porque creemos en el futuro de la empresa y confiamos en que va salir», aunque reconoce que «es un plan surrealista».

En las instalaciones de Salteras se están volviendo a recibir pedidos de «grandes clientes» como El Corte Inglés o el Grupo Planeta. La actividad, por tanto, no ha cesado. Pero la losa de 17 millones que la colocó al borde del precipicio pesa en exceso. Hacienda y la Seguridad Social, con 11 millones de euros, son las principales acreedoras, seguidas por la Junta de Andalucía, con 1,5. Paradójicamente, el Gobierno andaluz entregó un aval de crédito de 1,2 millones al actual propietario, el empresario malagueño Antonio José Herrezuelo, que no se ha materializado. En ese clima de incertidumbre, el responsable de la Federación de Industrias Textil, Piel, Químicas y Afines (Fiteqa) de CC OO-A, José Hurtado, avanzó que está cercano a cerrarse un acuerdo para la entrada de un nuevo inversor. «Están discutiendo si la sociedad entraría como inversor o compraría la unidad productiva», según confirmó a LA RAZÓN. En este sentido, reiteró que todavía «está en la indefinición» y señaló que en esta semana esperan que se produzca un anuncio al respecto.

Los trabajadores están al tanto de las negociaciones y confían a esa baza todas sus esperanzas, conscientes de que «hay un camino por recorrer un tanto angosto. A ver cómo salimos...».

Al borde del cierre

El pasado enero, el propio Hurtado ya reclamó a las administraciones públicas que se personaran en el concurso de acreedores para pactar el pago aplazado de la deuda y evitar así un final abrupto para una marca emblemática de Sevilla.

La fábrica de loza permaneció cerrada dos largos años a la espera de la resolución de un expediente de regulación de empleo (ERE) que afectaba a toda la plantilla. En ese tiempo, los trabajadores protagonizaron un sinfín de protestas que concluyeron con la reanudación de la actividad en agosto de 2011. La entonces Cajasol incluso condonó parte de la deuda adquirida –a cambio de unos terrenos– para facilitar la operación de compraventa sólo seis meses antes.

El concurso de acreedores permanece pendiente de un informe definitivo y de la presentación de un plan de viabilidad, que contempla reducir en un 30 por ciento los empleados para adaptarse a la producción. En los planes de Herrezuelo para revitalizar la centenaria firma figura también la creación de una línea de porcelana para hostelería. En el trasfondo, para obtener liquidez se vislumbra la opción de trasladar la factoría y liberar las 14 hectáreas de suelo urbanizable de uso industrial que ocupa la fábrica. En todo caso, harán falta malabarismos financieros –y renunciar en parte al elitismo– para que La Cartuja de Sevilla pueda soplar las velas de sus 173 años de historia.