Enrique Miguel Rodríguez
Reina del pecado ambulante
Durante 30 años, la encarnación del erotismo y el deseo fue Manolita Chen
Durante 30 años, la encarnación del erotismo y el deseo fue Manolita Chen
Manuela Fernández Pérez –para la historia del mundo del espectáculo, Manolita Chen– murió el lunes al borde de los 90 años, a un kilómetro escaso de donde vivo. Con ella me pasaba que realmente no sabía si estaba viva, porque una cosa guardó siempre: fue un misterio sobre sí misma. Tenía su lógica, a pesar de su gran popularidad. Sus giras eran de 365 días al año. Fue, sin duda, la artista que más veces recorrió toda España. Además, no era sólo en los pueblos donde actuaba, en todas las capitales de provincias hacía temporada. Durante muchos años, cuando viajabas en coche por las imposibles carreteras de las que disfrutamos durante el franquismo, al tener que pasar por todos los pueblos, había dos cosas que nunca faltaban en las paredes: el yugo y las flechas; el «arriba España»; el viva Franco; el José Antonio presente; y los grandes carteles multicolor que anunciaban el Teatro Chino de Manolita Chen. Con todo este bagaje, no salía nunca en una revista. Sus temas no se oían por la radio, ni siquiera grababa. Claro que con un repertorio que incluía temas tan sugerentes como «Que pronto se apaga la vela», «Arrímame la estufita», «Qué justito me entra»; «Caliéntame el hornillo»; o «Mi fiel pajarito», era imposible que se emitiera en los familiares programas radiofónicos de peticiones del oyente ni que apareciese en televisión. De chaval en la Feria de Sevilla, lo que más me apetecía era que me llevaran al Teatro Chino. No lo conseguí. Evidentemente, no había función infantil. Tuve que esperar hasta los 20 años para poder ver por fin en Madrid a la auténtica Manolita Chen. ¿Pero de verdad vi a la auténtica? Se contaba que ella no hacía todas las funciones, que tenía una especie de doble. Lo mismo pasó cuando a principio de los años 70 se retiró, que nunca se anunció su retirada y la Chen seguía en los carteles. Durante 30 años, la encarnación del pecado, del erotismo, del deseo, fue ella. Nunca tuvo ningún reconocimiento oficial, pero varias generaciones de españolitos disfrutaron muchísimo con Manolita, sus corista de buenas piernas, sus cómicos de chistes garbanceros y siempre por aquellos andurriales.
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