Procesiones
San Antonio Abad se pasea entre «lluvia» de alimentos
Trigueros acoge su célebre procesión, que visita todas las casas
Trigueros acoge su célebre procesión, que visita todas las casas
Enero y San Antonio Abad es un binomio arraigado desde hace siglos en el municipio onubense de Trigueros, que desde hace semanas celebra actos en torno su Patrón y ayer salió a la calle para protagonizar una de las procesiones más singulares que se conocen por «llover» alimentos a su paso.
La fiesta de San Antonio Abad para este pueblo es emblemática y para encontrar sus orígenes hay que remontarse al siglo XV cuando se toma como patrón del pueblo a este Santo conocido por vender sus posesiones y entregar el dinero a los más pobres.
Sin embargo, no es hasta dos siglos más tarde, el XVII, cuando empieza a celebrarse como se conoce hoy día, es decir, cuando la solidaridad se convierte en protagonista de la celebración y al paso del Santo, por todas y cada una de las casas del pueblo –incluso el cementerio–, se suceden las «tiradas» de alimentos en torno a las cuales se congregan vecinos y visitantes.
En concreto, este año, el Ayuntamiento de Trigueros tenía contabilizadas un total de dieciocho «tiradas» para un recorrido de más de 35 horas, si bien, no se descartan que se sucedan más al paso de San Antonio que, además, presenta la peculiaridad de ser el único santo sindicalista de España, al estar afiliado a UGT desde 1929, hace ya 89 años.
Todo empezó bien temprano, tras semanas de actos, con una diana al amanecer, a la que siguió, sobre las 10:00 horas la tradicional bendición de los animales, ya que, además, San Antonio es su patrón.
Tras la solemnidad del Canto de Tercia, seguido de la procesión solemne del Santo por las calles del centro y la celebración de la misa, tuvo lugar la tradicional «entrega» al pueblo del patrón, de manos del alcalde, Cristóbal Romero.
Bajo el paso de San Antonio no se descansa, pues los vecinos encargados de portarlo sobre sus hombros se van sucediendo en una procesión sin recorrido estipulado pero que cumple con un requisito mantenido a lo largo de los siglos, visitar todas y cada una de las casas del pueblo.
En el interior de las casas donde se van a producir las «tiradas” la actividad de los días anteriores preparándolo todo se torna, poco a poco, en un nerviosismo cada vez mayor a medida que la imagen se va acercando, mientras en el exterior la multitud se agolpa para tratar de conseguir algo de lo que caiga de los balcones.
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