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Almería

Un titán en Simi Valley

La Razón
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Carmel es una de esas comunidades americanas que podría ser intercambiable con cualquiera de cualquier estado –«little boxes...», cantaba Malvina Reynolds en un tema recuperado para la carátula de la serie Weeds– excepto que la renta per cápita es similar a la de Mónaco y que tuvieron a un alcalde tan famoso como Clint Eastwood, de quien no debe extrañar que comenzase a triunfar en Tabernas (Almería), seguramente porque el paisaje mediterráneo no le es ajeno a alguien procedente de este rincón de California. Reconvertido en uno de los más finos realizadores contemporáneos, el antiguo pistolero ha entrado en la ochentena, una edad lo suficientemente venerable como para despreciar la corrección política, y lo está celebrando con un permanente homenaje a Donald Trump, de quien sus amigos se malician que no es tan partidario como detractor de sus detractores. En el ambiente hollywoodiense, progre hasta la náusea, se distinguen eximios brotes republicanos que pasan, nunca sea mejor escrito, de las musas de la opinión al teatro de la política: el intendente Eastwood, decimos, pero también el gobernador Arnold Schwarzenegger y, sobre todo, el titán Ronald Reagan, cuadragésimo presidente del país que bordó su papel en la Casa Blanca en la lucha contra el Imperio Rojo del Mal, al que desguazó en dos mandatos. Su biblioteca-museo, en Simi Valley, es tenida por un espacio hagiográfico e ignorante de los puntos negros de sus administraciones, ya que por tal son tomados aquí también los tantarantanes que le prodigó al comunismo en todas sus vertientes, incluida la clerical (que no era la menos peligrosa). Sucedió que Occidente se encomendó a él para ganar una guerra y eso lo hizo junto a Thatcher y Wojtila, sus dos valiosos escuderos. Los daños colaterales son notas a pie de página.