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Una emboscada para Zoido

El presidente del PP-A desmonta el «nuevo tiempo» de Susana Díaz, pero le pasa factura la cuestión sucesoria que no ha resuelto el partido

La Razón
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Un debate parlamentario es una oportunidad para la oposición. Siempre hay algún ijar que tocar, algún tobillo al aire, un estribo suelto que precede a la costalada. Es así siempre que no sea la oposición la que tenga el tobillo al aire, el estribo suelto o a la vista el ijar. Más que una oportunidad, el debate de los 137 días de gobierno de Susana Díaz fue una emboscada para el presidente del PP-A, Juan Ignacio Zoido. El Partido Popular no tiene candidato. Rajoy mandó meter en hielo la operación sucesoria a finales de noviembre, cuando estaba pidiendo pista de salida, y desde entonces el bipartito se encuentra con toda la munición en las manos. Zoido ya ha dicho claramente que no quiere. Su prioridad es Sevilla. Es muy fácil la crítica del presidente a palos.

La primera intervención de Susana Díaz fue de tono presidencial. No entró en el cuerpo a cuerpo. Ancha le dejó Castilla a Mario Jiménez, al que Griñán relevó precisamente por la escasa elegancia parlamentaria. Y, aunque fueron de consumo interno, sus críticas a Zoido sí hicieron mella en la bancada popular. Estaba esperando la oportunidad Mario Jiménez y hasta imploró a la «caridad cristiana» para que en Génova muevan ficha y alumbren el candidato. De «liderazgo a la fuga» y de «turrón del duro» –Rajoy deslizó que el nombramiento sería después del turrón– habló el portavoz parlamentario. Y hubo alguna cuchillada más: «Voy a utilizar el símil taurino. Usted viene a cortarse la coleta, sin haber cortado ni una oreja».

Arenas se ausentó de la Cámara durante la intervención del portavoz socialista. Este turno es el entreacto antes de que tome la palabra el PP, y el diputado que tenga que fumarse un pitillo, aprovecha. Pero en este caso Arenas sabía que a Zoido le esperaba granizada. Volvió el ex presidente del PP cuando Zoido subió al atril. Y las palabras que Zoido dirigió a Arenas, citándole los dos apellidos, sonaron a despedida: «Estoy orgulloso de haber ido en las listas con Javier Arenas Bocanegra». Orgulloso de ser alcalde de Sevilla y parlamentario dijo sentirse Zoido, y presidente del PP andaluz «hasta el día que lo tenga que ser».

Juan Ignacio Zoido acusó a Susana Díaz de acudir a la Cámara autonómica simplemente para «lucirse». Trató de cortocircuitarle el discurso del «nuevo tiempo» que venden en San Telmo. Ni los contactos con los grandes empresarios del Ibex son tan novedosos –le enseñó una foto de un encuentro de Griñán con Ana Patricia Botín– ni la apuesta por la formación en empresas tampoco. Más de 30.000 jóvenes se han beneficiado de esta acción por parte del Gobierno en la media legislatura de Rajoy.

Zoido se enfibró en el incio de su intervención y en ese arranque, en el que colgó algún eslógan de cuña de telediario –«con usted hemos ganado en teatralidad y hemos perdido el tiempo con el cambio»– la bancada popular le correspondió con un ráfaga de aplausos. Pero ciertamente cundió la sensación de que el género quedó a medio cortar.

Ni la trama de los ERE, con 141 imputados, uno de los grandes casos de corrupción de la historia autonómica de Andalucía; ni el escándalo de UGT-A, con sus bolígrafos de plata, sus maletines de Asia y los karaokes en tierras de fuego con cargo al contribuyente; ni el discurso contradictorio de los dos socios del bipartito, con amor y odio al ladrillo y a la banca a un mismo tiempo. En ninguno de estos frentes llegó a abrir una brecha consistente el Partido Popular pese a que Zoido aparcó la faceta de alcalde de visita a la barriada y se mostró más vehemente que de costumbre. Las propuestas que llevaba debajo del brazo para la reactivación económica y la regeneración democrática se apresuró a soltarlas cuando ya se había cumplido el tiempo de su primera intervención. Las recitó a ritmo de tabla de multiplicar.

El debate de ayer fue extraordinario. Forma parte del compromiso de la presidenta de comparecer en cada periodo de sesiones. El Parlamento abre otra vez las puertas a mediados de febrero. No está claro que para entonces en Génova 13 hayan despejado ya la equis del candidato.