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Una mujer a merced de las fieras

La Razón
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Un gran porcentaje, por no decir todas, de las agrupaciones carnavalescas gaditanas han incluido en sus repertorios de este año letras alusivas a la problemática de sexos, palabra mucho más exacta que la manoseada «género», que alude a una categoría gramatical. Cada vez que era proferido un gorgorito coincidente con los postulados del lobby falofóbico, la concurrencia del Falla prorrumpía en aplausos y los comentaristas de las dos televisoras públicas (municipal y regional) que retransmitían el evento se licuaban ante la exhibición de sensibilidad. Bien. Ocurre que se trata del mismo público y de los mismos locutores que han estado durante un mes añadiendo carcajadas tabernarias al tormento de una adolescente a cuya fealdad han cantado de todas las formas posibles los ingeniosos letristas. ¿Es menos machista insultar a una mujer si es la hija de personajes atrabiliarios como Belén Esteban y Jesulín de Ubrique? Se evoca la irreverencia propia de la fiesta en vano, ya que ésta sólo es tal cuando se ejerce de abajo hacia arriba: meterse con el débil es cruel ensañamiento. Puestos a hacer bromas sobre el aspecto físico de una mujer famosa, podrían haberse reído en Canal Sur con un cuplé alusivo a las gracias femeniles de la presidenta de la Junta, que no es lo que si dice una beldad anonadante; o haber jaleado en Onda Cádiz la turgencia marchita de la concejala de transparencia, embutida cual morcilla en su disfraz pornográfico. Pero, claro, ahí sí se ponen solemnes con el límite del humor cuando la verdad es que falta valor para satirizar a ese poder repartidor de contratos y mamelas. Es menos peligroso, también tela de progresista y la mar de feminista, reventar a una cría de dieciocho años llamándola fea repetidamente en horario de máxima audiencia.