Escritores
Una referencia en el periodismo taurino
Un golpe seco, una descarga fulminante para quien le gustaba echarse la vida al coleto y bebérsela a bocajarro. La muerte le alcanzó a Fernando Carrasco cuando salía de ver la representación teatral inspirada en su novela «El hombre que esculpió a Dios». En la misma Puerta del Príncipe de la Maestranza lo asistieron los servicios médicos. El fatum, un destino que hubiera sobrecogido al mismo Rilke, que cantó la muerte como el último capítulo capaz de resumir toda una vida.
Una de las grandes pasiones de Fernando Carrasco –51 años, dos hijos– era la fiesta de los toros. En Abc de Sevilla llevaba escribiendo crónicas desde que se incoporó a filas en el año 90. Y antes lo hizo en otras publicaciones como Toros 92. Su otra debilidad era la Semana Santa. En los dos ámbitos consiguió ser un periodista de primera referencia.
En los últimos años Fernando Carrasco se sumergió en la novela histórica. Publicó con éxito «Inri», «El último imán de Ishbilya» y «El hombre que esculpió a Dios». La adaptación al teatro de esta última obra fue como un euforizante. Cada «no hay billetes» en el Hospital de la Caridad lo vivía con la misma pasión que puso a todo en su vida.
El optimismo de Fernando Carraco producía un contagio rápido. Su personalidad, expansiva, no sólo le granjeó gran popularidad en Sevilla. En las redes sociales reclutó a una legión de partidarios a los que levantaba a primera hora de la mañana como si fuera un capataz de la Semana santa: «¡Venga miarma, de frente!».
La música y el cine llenaban parte del corazón, grande, que se le paró sin avisar en la Puerta del Príncipe. Descansa en paz Fernando.
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