Valladolid

Agustín Martínez Represa: «La defensa de la vida no tiene credo religioso ni político»

El primer presidente de Cidevida en Valladolid, dice que el aborto provocado «es siempre una aberración»

Agustín Martínez Represa: «La defensa de la vida no tiene credo religioso ni político»
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La reforma de la Ley del Aborto aprobada por Zapatero en 2010 en la que está trabajando el Gobierno del PP -que es un compromiso electoral- ha devuelto a la sociedad española un áspero y agresivo debate entre sus defensores y detractores. Pero también, ha vuelto a convertirse en un arma arrojadiza entre los partidos políticos, y especialmente entre los mayoritarios, PP y PSOE, y la Iglesia.

Un anteproyecto que el presidente Rajoy ha asegurado que se va a mejorar y enriquecer en su debate parlamentario, pero que también ha sembrado dudas entre algunos barones y cargos públicos del PP, que han pedido su paralización. Críticas que han avivado la polémica y han generado indignación entre los defensores de la vida, como es el caso de Agustín Martínez Represa, primer presidente de Cidevida en Valladolid y cofundador de Provida, también en la capital vallisoletana, que asegura a LA RAZÓN que la defensa de la vida «no tiene credo religioso ni político». Para este pediatra ya jubilado, padre de cinco hijos; con quince nietos -uno de ellos con síndrome de down-; y el décimo de quince hermanos, no hace falta creer en Dios para defender la vida. Y hace referencia a Hipócrates (médico de la Antigua Grecia), «quien no creía en Dios, y decía que a ninguna mujer proporcionaría un pesario abortivo». Le molesta sobre todo que se politice el aborto, y que algunos barones del PP se declaren antiabortistas «y luego quieran modificar la Ley». «Si son antiabortistas -prosigue- que lo demuestren, porque los que sí lo somos no tenemos inconveniente en poner la cara y mirar a los ojos para decir alto y claro que el aborto es siempre criminal y una aberración total».

Respecto al anteproyecto aprobado por el Consejo de Ministros, Martínez Represa valora positivamente que, por vez primera, se tenga en cuenta al nasciturus, ya que hasta ahora sólo se hablaba de la mujer y sus derechos, así como el fin del aborto eugenésico en el que se arguye que la mujer elimina al feto defectuoso en virtud de un pretendido derecho al bienestar. O el hecho de que una menor no pueda abortar sin el consentimiento de los padres y comprar la píldora del día después sin receta médica.

Si bien, considera que estas mejoras son insuficientes porque asegura que este anteproyecto no ha tocado el supuesto de las alteraciones psicofísicas de la madre, lo que en su opinión deja una puerta abierta a la interrupción voluntaria del embarazo, y seguirá siendo un «coladero» en la Ley. También valora un avance en que haya una segunda opinión médica, con informes separados, pero tiene dudas, porque considera que al final los médicos abortistas sólo mirarán por su negocio y volverán a llevar el agua a su molino. Defensor a ultranza de la vida humana, «tanto -dice- que me negaría a la pena de muerte de terroristas o asesinos y violadores», Agustín Martínez Represa tiene claro que las mujeres que acuden a abortar lo hacen engañadas. «Nadie las informa de nada; ni del síndrome postaborto que padecen la mayoría, ni de los riesgos que tiene para su salud», avisa, mientras reclama la necesidad de dar más información a la sociedad, como se hace por ejemplo en las campañas de tráfico. «Si se hicieran campañas mostrando la imagen de un niño hecho pedazos en la trituradora, seguro que muchas mujeres se lo pensarían antes de abortar», afirma. Igualmente, ve necesario que se ayude a las asociaciones que apoyan a las mujeres embarazadas como Redmadre y denuncia que con sus impuestos se esté financiando la cultura de la muerte.