Castilla y León
La alegría y el perdón presiden la apertura de las Puertas Santas en la Comunidad
El Año de la Misericordia arranca con una llamada a la conversión y a no pasar de largo ante la necesidad ajena
Castilla y León arranca el Año Extraordinario de la Misericordia con una llamada a la alegría, el perdón y la conversión, pero también a no pasar de largo de las necesidades de los demás.
Y es que atendiendo a la petición del Papa Francisco durante la inauguración oficial del Jubileo el pasado 8 de diciembre, de que en las iglesias particulares se abran sus Puertas Santas para que los fieles puedan entrar y así ganarse la gracia del Jubileo, las Diócesis de nuestra Comunidad celebraban este fin de semana distintos actos religiosos y los rituales de la apertura de la Puerta Santa, que reunían a miles de personas en Burgos, Palencia, León, El Burgo de Osma o Valladolid, que ayer acogía el acto más multitudinario.
Primero, con la celebración de la eucaristía, que oficiaba el cardenal arzobispo Ricardo Blázquez en una abarrotada Catedral vallisoletana, y después, durante la procesión por las calles de la ciudad hasta la Basílica-Santuario de La Gran Promesa, donde se procedía al rito de apertura de la Puerta de El Salvador, como punto de entrada simbólica al perdón, a la esperanza, a la reconciliación y a la fraternidad. En su homilía, el arzobispo de Valladolid daba las gracias a los fieles por su presencia y participación y les convocaba a a implicarse en este Año de la Misericordia «animados por la Fe» y con esperanza en el perdón. Igualmente, «y no es márketing», decía, el prelado invitaba a estar alegres durante este tiempo a pesar de las dificultades, «porque la alegría no es fruta prohibida y lo que nos pide el Señor es que estemos alegres porque Él está cerca y viene a nuestro encuentro».
Monseñor Blázquez animaba también a reflexionar y releer los documentos del Concilio Vaticano II, del que se cumplen cincuenta años de su clausura, como modelo a seguir también en estos tiempos «de globalización egoísta». «Necesitamos que la Misericordia nos alivie y nos cure las heridas», señalaba el también presidente de los obispos españoles, mientras instaba a los fieles a aprovechar este año para que no se diluya la secuencia entre pecado, perdón, Misericordia y reconciliación. Blázquez aseguraba que «todos somos pecadores, y no es una exageración», mientras advertía de que aunque el pecado se encuentra entre nosotros, «también existe el retorno a Dios a través del perdón y la Misericordia». Por todo ello, el cardenal arzobispo llamaba a todos a cruzar «con el peso de la vida» esa simbólica Puerta Santa de cada iglesia para ir hacia el encuentro del amor y del corazón de Cristo. «No podemos celebrar este Año de la Misericordia si hurtamos el amor del Señor», insistía Monseñor Blázquez, quien finalizaba su homilía animando también a los fieles a aprovechar este tiempo de Adviento y de piedad.
En la villa episcopal de El Burgo de Osma, por su parte, el obispo Gerardo Melgar presidía los actos e invitaba a todos a acoger y ofrecer Misericordia «que es la misión principal de la Iglesia», así como a poner en el centro el sacramento de la reconciliación.
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