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Los poetas levantan la vida en la entrega del Zorrilla a Jorge de Arco

El impulsor del Premio, Enrique Cornejo, bromea con Jorge de Arco, en presencia de Jesús Julio Carnero
El impulsor del Premio, Enrique Cornejo, bromea con Jorge de Arco, en presencia de Jesús Julio Carnerolarazon

Dice Luis María Anson que, «las palabras se le pierden a Jorge de Arco en la región más árida del sueño». Y que quiere posar los labios, «sobre los azules túneles del olvido, pero no puede, pero no puede». La entrega del I Premio Nacional de Poesía José Zorrilla, se convirtió en un derroche de poesía sobre el escenario del Teatro Zorrilla, en el que gemía lentamente la verdad y danzaba la ternura.

Allí estaban, arropando a Enrique Cornejo, fieles a su convocatoria, Elena Santiago, Antonio Colinas, Luis Marigómez, Fermín Herrero, Angel María de Pablos, Angélica Tanarro, Luismi -de Corsario- con Carlos Aganzo a la cabeza, que actuó como mantenedor del acto y sin cuyo aliento y tenacidad, este Premio no hubiera sido posible.

El alcalde de la ciudad, Javier León de la Riva, el presidente de la Diputación de Valladolid, Jesús Julio Carnero, el director de orquesta Ernesto Monsalve, los primeros nombres de la prensa, la radio y la televisión, desde Eduardo Álvarez a José Luis Martín o Pedro Damián de Diego... nadie quiso perderse esta cita del Zorrilla.

Conmovido, recitó sus poemas y habló con palabras de carne el premiado, Jorge de Arco, una de las voces más hondas, más recias de la poesía hispana, de mayor belleza interior. Por su parte Enrique Cornejo hizo un llamamiento a mantener, por más crisis que haya, el músculo cultural de Valladolid. «Por mí -aseguró-, no faltará. Haré lo que esté en mi mano y más por esta ciudad a la que tanto quiero».

Cerró el acto el presidente de la Diputación, Jesús Julio Carnero, quien hizo un breve paseo por el mundo de las letras a partir de la poesía y arrancó un aplauso entusiasta de los asistentes a esta gala.

«Las horas sumergidas», de Jorge de Arco, fue elegida, entre 165 trabajos, por un jurado en el que actuó como secretario el académico Luis María Anson, que completaron el impulsor del premio, el promotor teatral Enrique Cornejo; el presidente de la Diputación de Valladolid, Jesús Julio Carnero, y los autores Miguel Ángel Matellanes, Ouka Leele, Antonio Colinas, Carlos Aganzo y Jesús Fonseca.

El librillo llegará a las librerías de manera inmediata de la mano de la editorial Algaida, a un precio de ocho euros, lo que agradeció el galardonado, porque se integran en una colección con una «nómina espléndida de poetas».

El autor, que recibió en el escenario del Teatro Zorrilla los 3.000 euros de dotación del Premio y una placa cincelada a mano con el busto del autor de «El zapatero y el rey», destacó del texto que surgió de una «especie de catarsis creadora» que tuvo lugar a finales de 2011 y principios de 2012, si bien dedicó un año enterior posteriormente para pulir un poemario que, ya sí, decidió presentar al certamen.

En cuanto al galardón, el poeta madrileño, director de la revista «Piedra de Molino» se mostró especialmente contento al haber abierto una espita que supone, a su juicio, que el nombre de esta nueva distinción, irá «para siempre» unido al palmarés del Premio, que reivindica la faceta poética del autor vallisoletano de «Don Juan Tenorio», al que definió como un «estupendo versificador». El también profesor, articulista y crítico literario consideró que el género línico, en cuanto a creación, está en «buena situación», con poetas de varias generaciones y tendencias en activo, aunque lamentó que la industria editorial no acompañe ese panorama como consecuencia de la crisis.