Religion

Más de cien sacerdotes castellanos y leoneses celebran sus bodas de diamante, oro y plata

Miles de fieles acompañan a estos presbíteros, junto a sus obispos, en la fiesta de San Juan de Ávila, patrón del clero español

Comida de hermandad de los sacerdotes de la Diócesis de Osma-Soria un restaurante de la capital soriana
Comida de hermandad de los sacerdotes de la Diócesis de Osma-Soria un restaurante de la capital sorianalarazon

Día de fiesta, alegría y, sobre todo, esperanza para la Iglesia universal, en general, y para la Diocesana, en particular. Más de un centenar de sacerdotes de las once diócesis y archidiócesis de Castilla y León recibían ayer, en la festividad de San Juan de Ávila, patrón de clero español, un homenaje por sus sesenta, cincuenta y veinticinco años de servicio y dedicación al sacerdocio, así como por su amor y sacrificio hacia Cristo y los hombres.

Excepto en el caso de Valladolid, donde esta jornada se llevaba a cabo en los alrededores de la Puerta Santa de la Basílica Nacional de la Gran Promesa, que cruzaban los presbíteros, en el resto de diócesis y archidiócesis este día festivo y especial se celebraba en los Seminarios Diocesanos, el lugar que ve a nacer a los sacerdotes y donde comienza su vocación, con numerosas actividades. Entre ellas, conferencias, eucaristías y, sobre todo, cálidas y entrañables comidas de hermandad y convivencia entre todos los curas de cada diócesis, que aprovechaban para ponerse al día y alentarse los unos a los otros en el seguimiento del Señor. Además, miles de fieles, junto al resto de presbíteros que componen la Iglesia Diocesana de esta Comunidad acompañaban junto a sus obispos y arzobispos a los sacerdotes homenajeados, en un día que servía también para que todos ellos renovaran sus votos y el compromiso adquirido.

Durante las distintas homilías que se concelebraban, se destacaba la figura del sacerdote como la de alguien que no sólo desempeña un oficio sino que, además, perdona los pecados y hace presente el Cuerpo y la Sangre de Cristo a través del pan y del vino. Igualmente se destacaban las virtudes de su ministerio, entre las que citaban su fidelidad y fortaleza frente a las debilidades y amenazas que se ciernen en ellos cada día, y especialmente entre los más jóvenes, en una sociedad consumista como la actual. «Todos vosotros habéis encendido la llama del ministerio apostólico y sois un ejemplo para nosotros, el aliento que necesitamos para este largo camino y un espejo en el que mirarnos todos los días», les decía durante la Misa Antonio Gómez Cantero, administrador de la Diócesis de Palencia, quien concelebraba la eucaristía con otros sacerdotes en ausencia de obispo, ya que todavía esta vacante esta responsabilidad hasta la ordenación del agustino Manuel Herrero Fernández prevista para el próximo 18 de junio.

A la búsqueda de vocaciones

En un momento como el actual, en el que han descendido la asistencia a las misas dominicales y las vocaciones sacerdotales, y donde cada vez es más complicado que un presbítero pueda oficiar una eucaristía en muchos pueblos pequeños de la Comunidad, la jornada de ayer servía también para hacer un llamamiento a los sacerdotes para que busquen estas vocaciones entre los jóvenes y para que pierdan mucho tiempo con ellos y les animen a seguir a Cristo.

En Zamora, donde se celebraban las bodas de diamante, oro y plata de trece presbíteros y se instituía como acólito y lector de la Iglesia al joven seminarista diocesano Agustín Crespo, el obispo Gregorio Martínez destacaba de ellos que son memoria y ejemplo de lo que en la Iglesia es imperecero, en referencia al ministerio apostólico. Igualmente arengaba a los presbíteros más jóvenes de la Diócesis, que calificaba como «burros de carga», porque «se os pide más y más», y les pedía que «consuman» su tiempo para el Señor. Finalmente, no faltaban en las distintas ceremonias referencias a hacia la figura del santo patrono de los sacerdotes, San Juan de Ávila, con palabras de agradecimiento por su infinita misericordia, en un año en el que se celebra el jubileo de la Misericordia.