Castilla y León
Rechazo unánime al último borrador sobre el porcino por ser «más dañino»
Castilla y León plantará cara al tercer documento elaborado por el Ministerio
VALLADOLID- A la tercera tampoco va la vencida. La Junta y el sector porcino de la Comunidad rechazan el tercer borrador del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente para la modificación del Real Decreto del Ibérico.
Unos y otros coinciden en señalar en la necesidad de que se incluya el porcentaje de factor racial dentro del etiquetado pero no en el nomre comercial, así como establecer un periodo transitorio para que los industriales cambien las etiquetas de los productos que ya se encuentran en secaderos y bodegas y las explotaciones ganaderas modifiquen el espacio de sus naves para adaptarse. «Son dos líneas rojas que no podemos dejar que se traspasen porque serían lesivas para Castilla y León», advertía la viconsejera de Desarrollo Rural, María Jesús Pascual, tras reunirse con empresarios del sector. Pascual insiste en que si no se da marcha atrás «se engañará a los consumidores porque no se les dará información veraz en las etiquetas». La viceconsejera considera que por una parte debe estar el nombre comercial del producto y por otra informar al consumidor de su procedencia. «Lo mismo que ocurre con el queso -dice- donde los porcentajes de los diferentes tipos de leche se encuentran dentro del etiquetado y no dentro del nombre comercial». Además, María Jesús Pascual advierte al Ministerio de que no puede cambiar las reglas del juego en estos momentos cuando la partida ya ha comenzado y hay un Real Decreto de hace diez años con el que se han consolidado unos nombres comerciales que son costumbre desde los años 50 «y el consumidor los identifica». De la misma forma, denuncian que con la nueva ley una nave con una capacidad de mil cerdos se reduciría a la mitad, ya que cuando el animal pese 115 kilogramos el espacio que se exige son dos metros cuadrados, frente a uno actual.
Para los empresarios del porcino este aspecto encarecería los costes de producción más de un 10 por ciento y supondría una caída de la materia prima que desabastecerá el mercado, ya que solo se comercializará el 50 por ciento.
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