Iglesia Católica
Robert Sarah alerta de la «colonización ideológica» de la familia
El cardenal guineano Robert Sarah protagonizaba ayer en la capital amurallada una nueva actividad de la Universidad Católica de Ávila (Ucav), dentro de las jornadas que organiza sobre la mujer, la familia y la sociedad junto con el Instituto Berit de la Familia y la Cátedra «Santa Teresa de Jesús» de Estudios sobre la Mujer. El también prefecto electo de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos daba una conferencia en el Lienzo Norte abulense en la que disertaba sobre la «Teoría de género: sus repercusiones».
En su exposición, el purpurado denunciaba la «colonización ideológica» de la familia en Occidente y llamaba a proteger a ésta de la «demoníaca ideología de género». Para el cardenal guineano, a día de hoy las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio, la sexualidad y la persona humana «se están desmantelando», y ponía como ejemplo las uniones gays, el creciente número de divorcios, la reproducción asistida o la obligación de aceptar los métodos anticonceptivos dentro de los programas de salud.
Desiertos espirituales
Asimismo, Robert Sarah defendía la familia formada única y exclusivamente por un hombre y una mujer, y arremetía duramente contra la compuesta por personas del mismo sexo «porque destruyen la idea de familia». «Las uniones de personas del mismo sexo -continuaba- son una profunda herida que cierra el corazón al amor y que lleva al cinismo y a la desesperanza.
Ante decenas de personas que llenaban el Palacio de Congresos de la capital abulense, y con la presencia, entre otros, del obispo de Ávila, Jesús García Burillo, o del oficial de la Congregación para el Culto Divino, Salvador Aguilera, el cardenal Sarah advertía del estilo de vida actuales «que ha roto con el cordón umbilical que nos unía a Dios», y apuntaba que las sociedades de este siglo XXI «se ha convertido en desiertos espirituales y demográficos». «En las calles se ven muchas familias reducidas que sustituyen a los niños por animales domésticos», denunciaba el religioso, en una dura intervención en la que llamaba a estar con la familia, «porque así nos defenderemos a nosotros mismos, a nuestros hijos y a las generaciones venideras».
Por todo ello, el purpurado hacía una encendida reivindicación de la Iglesia «como la última y la única arma existente par combatir la barbarie de la ideología de género», y aseguraba que ésta hunde sus raíces en el relativismo «en el que todo es posible y aceptable». Al respecto, hacía suyas las palabras de Benedicto XVI y Francisco en las que aseguran que nuestra sociedad se mueve hacia una dictadura del relativismo que «reconoce sólo el propio yo y sus deseos», decía, algo que, en su opinión, choca en la Iglesia desde el exterior y el interior.
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