Vivienda
Airbnb retira un piso que se alquilaba sin permiso
Un falso inquilino realquilaba el apartamento de la Barceloneta. Para recuperarlo su propietaria lo contrató a través de la plataforma.
Un falso inquilino realquilaba el apartamento de la Barceloneta. Para recuperarlo su propietaria lo contrató a través de la plataforma.
Airbnb no gozaba ya de mucha simpatía entre algunos barceloneses, que han visto como se han disparado los precios del alquiler por culpa de la eclosión turística. Aunque mientras la plataforma de alquiler de viviendas particulares generaba una actividad económica de 1.027 millones de euros en Barcelona el año pasado, lo que suponía un crecimiento del 65 % respecto a 2015, los anfitriones locales ingresaban 167 millones. Airbnb es un caramelo para quien quiere ganar dinero fácil, pese a que el Ayuntamiento de Barcelona amenaza con multas tanto a esta plataforma como a Homeaway por anunciar pisos turísticos ilegales. Y pasan paradojas como las que Montse Pérez denunció a través de «La Vanguardia».
Su familia alquiló en mayo un apartamento que tenía en la Barceloneta a un joven extranjero de 26 años que venía a trabajar a la ciudad. En el contrato especificaba que no podía realquilarlo ni hacer un uso turístico. Pero tras firmar el contrato, el joven desapareció y descubrieron que el apartamento estaba anunciado en Airbnb. Para recuperarlo, alquiló a través de la plataforma su propio apartamento con la idea de cambiar la cerradura para recuperarlo.
Después salir en La Vanguardia, ayer por la mañana el piso se llenó de periodistas para hablar con la propietaria. Aunque a las 11.00 horas todos debieron abandonar el inmueble porque llegaban unos turistas a pasar unos días en Barcelona que habían alquilado el apartamento a través de la plataforma. «Nos sentimos indefensos porque no sabemos cuándo podremos recuperar el apartamento», lamentaba Pérez. Gracias a la presión mediática, Airbnb, que responsabilizaba al anfitrión, retiró el piso de la Barcelonesa.
Esta denuncia destapó otros casos. Sin ir más lejos, el inquilino al que el Ayuntamiento ha abierto un expediente de 60.000 euros, tiene alquilados otros inmuebles con el mismo objetivo, pagar 950 euros al mes y realquilarlo por 200 euros la noche a turistas. O casos aún más sonados, como el que cuenta un conserje del barrio de Sarriá: «El verano pasado, una inquilina le dejó las llaves a un amigo para que le regara las plantas, y los propietarios descubrieron que el amigo sin contar con la inquilina puso la vivienda en Airbnb. Por el piso pasaron unos americanos, unos holandeses...»
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