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Albert Guinovart pone nuevo ritmo, armonía y melodía a los «Requiem»

Albert Guinovart en una imagen de archivo
Albert Guinovart en una imagen de archivolarazon

Francis Poulenc fue descrito como «mitad hereje, mitad monje», algo que dejó clarírismo a lo largo de su extensa carrera. Durante 40 años compuso canción de arte, la música de cámara, oratorio, ópera, música de ballet y la música orquestal. En todo ese tiempo también le dio tiempo de amar intensamente y convertirse al catolicismo. Para Víctor García de Gomar, director adjunto del Palau de la Música, «Albert Guinovart es nuestro Poulenc. Tiene un pie en la efervescencia del cabaret y otro en una punto místico».

El músico catalán es el compositor residente del Palau de la Música y esta semana vivirá el momento cumbre de esta residencia con el estreno de su «Requiem», encargo del propio Palau y un reto demasiado grande para resistirse. «Es extraño que me encarguen a mí un réquiem, que soy más bien de carácter alegre, pero el reto me ha hecho mucha ilusión. Mi requiem no es sombrío, es un canto a la vida, más que a la muerte.

El jueves se estrenará en Palma de Mallorca, el sábado pasará a Girona y el domingo llegará al Palau con la Orquetra Simfònica de les Illes Balears, bajo la batuta de Pablo Mielgo, y el Cor Jove del Orfeó Catalá. Intervendrán como solistas vocales la soprano Marta Mathéu, el barítono Josep-Ramon Olivé y el niño soprano Ferran Quílez de la Escolania de Montserrat. «No soy especialmente religioso. Podríamos decir que mi religión es la música, así que sí que puedo definirme como espiritual. Eso me ha ayudado para no enfrentarme al requiem con el peso de la trascendencia, lo que me habría paralizado desde el principio Para mí, éste es un requiem que tiene melodía, tiene armonía y tiene ritmo. Lo tiene todo, vamos», señala Guinovart.

Americanos y rusos

La obra nació en el musical que compuso sobre Gaudí, donde compuso un «in paradisum» para la escena de la muerte de la madre del arquitecto. Esta pieza también se incluye en el «Requiem». A partir de allí, se ha dejado asesorar por expertos en toda la liturgia del género. «He apostado por una liturgia moderna, como una misa de difuntos actual, donde la muerte no es más que la culminación de la vida, así que le he dado más luz y espetanza», asegura el compositor.

Guinovart regreserá antes al Palau el 24 de enero, cuando ofrecerá un recital de piano en el que combinará obra propia con piezas de Chopin, Rachmaninov y Poulenc. A parte, durante su residencia, se realizarán once conciertos con obras del compositor, como «Serenata Amadeus», «Estampes», «Quartet Kepler» o su Missa Brevis «Rex Genitor».