Teatro

Estreno

Amistad y sexo en el purgatorio

El Lliure acoge «Begin the Beguine», la última y polémica obra que escribió John Cassavettes y que nunca llegó a representarse

Los actores Gonzalo Cunill y Juan Navarro protagonizan la obra de Cassavettes dirigida con maestría por Jan Lauwers
Los actores Gonzalo Cunill y Juan Navarro protagonizan la obra de Cassavettes dirigida con maestría por Jan Lauwerslarazon

«¡Eh, John Cassavettes!», gritó Alonzo Cuévanas, un joven aspirante a actor, en plena calle. Estaba en la esquina de Broadway con Olive, muy cerca del teatro Orpheum, donde acababa de realizar la prueba más horrible de su carrera.

«¡Eh, John Cassavettes!», gritó Alonzo Cuévanas, un joven aspirante a actor, en plena calle. Estaba en la esquina de Broadway con Olive, muy cerca del teatro Orpheum, donde acababa de realizar la prueba más horrible de su carrera. «¡Eh, John Cassavettes, espera!», volvió a gritar. Había sido uno de esos días para empezar a beber, no parar, desmayarse, y no importarte lo más mínimo si no volvías a despertarte. ¿Tan malo? Peor, mucho peor. «Eh, por favor, John Cassavettes», volvió a chillar, suplicante, con todas sus fuertzas.

Empezó a seguir a aquel hombre, que caminaba a toda prisa sin prestarle ninguna atención. Alonzo sólo tenía una idea en la cabeza. Si lograba alcanzarle, si podía hablar con John Cassavettes, eso sería como una señal del destino. No era especialmente místico, pero estaba especialmente desesperado, con lo pensaba que aquel encuentro le daría fuerzas. Si en un día horrible podías hablar con John Cassavettes, estaba claro que Los Ángeles era la mejor ciudad del mundo.

«John Cassavettes», volvió a gritar, pero no había forma, aquel hombre no se daba por aludido. Alonzo sabía que hablar con él le quitaría todas las tonterías de la cabeza. Al menos no caería en la tentación de volver a su Habana natal. Seguiría en su obstinado sueño de ser actor. Pero entonces le vio desaparecer por la esquina de la calle St Vincent. Cuando llegó, en sprint, más que exhausto, el célebre director de «Faces» había desaparecido. Podía haber entrado en cualquier comercio o edicio. Aún así, lo buscó. Preguntó por él en todas partes. «¡Vamos, John Cassavettes!», lloró.

Por un momento pensó que esa era la señal definitiva de que más le valía dejarse de estúpidos sueños y aceptar la realidad tal cual es. ¿Cuál era la realidad? Cuál va a ser, que los actores eran un mito, todos eran robots o dibujos animados, y John Cassavettes ya había muerto o algo así.

En ese momento, un hombre se aproximó a él y con aspecto de odiar a la humanidad, beber demasiado, y estar a punto de perder la cabeza, le dio un puñetazo en el estómago. Es curioso como a veces las apariencias engañan, ya había perdido la cabeza. «¿John Cassavettes?», preguntó Alonzo, cayendo al suelo.

Aquel hombre amenazó con volver a golpearle, pero se detuvo. No, no era John Cassavettes, sólo era un pobre hombre que estaba harto que día sí y día no un estúpido actor le siguiese corriendo al grito de «Eh, John Cassavettes». Había probado ser amable, decir que lo sentía, pero se confundían, pero ellos no se daban por aludidos, no escuchaban, les daba igual, seguían hablando sin creerle. Así que empezó a huir. No volvería a hacerlo, ya estaba más que harto. «Eh, John Cassavettes», lloró Alonzo. Si en el peor día de tu vida te encuentras a John Cassavettes y te da una paliza, está claro que es la señal de que Los Ángeles es la peor ciudad del mundo.

Alonzo se mudó a Bélgica, donde se olvidó para siempre de la actuación. Unos 30 años después, en 2015, vio el estreno de «Begin the Beguine», el último guión que Cassavettes escribió, poco antes de su fallecimiento a los 59 años y que había quedado inédita en un cajón. No le sorprendió en absoluto la oscuridad y el tétrico sentido del humor de la pieza. Es más, la reconoció al instante. Hizo unos cálculos y la debío escribir en la época en que el famoso director de cine le dio un puñetazo en la barriga sólo por mencionar su nombre.

Maestría y control

El Teatre Lliure acoge ahora la adaptación teatral que Jan Lauwers y su Need Company han realizado de la obra de Cassavettes y que ha sorprendido a propios y extraños. Hasta el próximo 25 de enero, se podrá ver una pieza que Cassavettes escribió para Ben Gazzara y Peter Falk, sus actores habituales.

La obra nos presenta a dos viejos amigos, ahogados por sus vidas, que deciden encerrarse en un apartamento y morir mientras hacen el amor. Su plan es ir llamando a prostitutas hasta que algo se rompa y digan adiós. Mitad alegoría, mitad sátira de la decadencia burguesa, para Jan Lauwers es una obra valiente que hoy día sería casi imposible escribir, con campañas como el Metoo y lo imperativo de ser políticamente correcto. «No sabemos si Cassavetes lo escribió contra los hombres, contra las mujeres o es un homenaje a los dos sexos, a los que sufren», señaló el director belga.

Lauwers, al frente de la Needcompany desde 1986, aseguró que fue la Fundación Cassavetes quien le buscó a él para que lo llevara a los escenarios, lo que le hizo sentir muy honrado, aunque a la vez fue un reto, porque lo veía «desconcertante» e incluso, ahora que ya lo ha ofrecido en teatros de varios países, no sabe si le gusta. En esta ocasión, los protagonistas son Gonzalo Cunill y Juan Navarro, que se expresarán en castellano. El papel de las prostitutas recaerá en las actrices Inge Van Bruystegem y Romy Louise Lauwers, hija del director, que interpretarán diferentes papeles en francés y en inglés. «Solo hay cuatro actores que son como cuatro guerreros que están enfrentándose constantemente, con una tensión erótica equilibrada», señala Lauwers.

Aunque la obra se lee fácilmente como una alegoría, sus interpretaciones pueden ser múltiples. «Quizá estos dos hombres estén muertos y esperan alguna cosa, en una obra en la que también hay mucho amor, ternura y una amistad muy sólida», comenta Lauwers, que ha realizado una obra que sorprenderá y electrizará a los espectadores.