Literatura

Cataluña

Carta de amor a las primeras inmigrantes

Najat El Hachmi novela en «Mare de llet i mel» la figura de aquellas mujeres, como su madre, que llegaron del Rif a Cataluña.

Najat el hachmi ofreció ayer un desayuno rifeño para presentar su última y conmovedora novela.
Najat el hachmi ofreció ayer un desayuno rifeño para presentar su última y conmovedora novela.larazon

Najat El Hachmi novela en «Mare de llet i mel» la figura de aquellas mujeres, como su madre, que llegaron del Rif a Cataluña.

Cuando Najat El Hachmi tenía seis o siete años, se sentaba en la cocina con su madre y las mujeres de su familia y las oía contar historia detrás de historia. En el desayuno, con el té, el pan, la miel y la leche, incluso se contaban sus sueños e intentaban reconocer su significado. Sus voces eran tan ricas que hasta recitaban poemas en la que podían tocar temas tabús como la sexualidad o el amor. «Era un mundo lleno de relatos, que todas explicaban con mucha riqueza, con énfasis y exclamaciones teatrales», recuerda la escritora. Aquella tradición, a falta de la célebre «habitación propia» de Virginia Woolfe, era el lugar propio y personal de estas mujeres, el único lugar donde podían proyectar el ser humano que existía debajo de tanta represión y violencia.

Cuando a los ocho años, su madre emigró a Vic con ella bajo el brazo, toda aquella riqueza oral se apagó y lo que quedó fue un incómodo silencio. Esta historia es la misma que muchas de aquella primera oleada de mujeres inmigrantes de Marruecos. Ella pudo refugiarse en la lectura para vencer el silencio, pero su madre y muchas de aquellas mujeres no tenía a nadie con quién hablar. Y a pesar de ello, a pesar de la soledad, del aislamiento, de la dureza del día a día, de vivir en un pequeño espacio comercial ni siquiera destinado a vivienda, aquello parecía un paraíso comparado con la salvaje represión y maltrato de la que venían. «No se sentían inmigrantes porque, como mujeres, ya eran consideradas como inmigrantes de segunda en su propio hogar», afirma El Hachmi.

Para cubrir todo aquel silencio, para recuperar esas historias perdidas, la escritora presenta «Mare de llet i mel», novela con la que cierra su trilogía sobre la familia inmigrante que inició con «El últim patriarca», siguió con «La filla estranjera» y que ahora continúa con la figura de la madre. «Tenía un sentimiento de deuda, de carga por la impotencia que sentía por no poder hacer nada para aliviar su sufrimiento. Con el tiempo me quedó claro que lo único que podía hacer era contar esas historias, que no se perdiesen. La protoganista ni siquiera es mi madre, sino pedazos de todas esas mujeres que fui conociendo», explica la escritora.

La novela nos presenta a Fatima, una mujer nacida en la región marroquí del Riff, que emigra a Cataluña con su hija a su lado, una historia que podría ser la de la propia familia de El Hachmi y que ha obligado a la escritora a reconciliarse con su propio pasado. Fatima regresa años después a su lugar de origen y como si fuese uno de esos desayunos que el Hachmi echa de menos de su infancia, narra a sus seis hermanas su vida al otro lado del Mediterráneo. «He querido sumergirme en el interior del hogar de estas mujeres y marcar en fuego la difícil vida cotidiana de estas mujeres, su sufrimiento pero también sus refugios y fortalezas», señala. «Hace diez años, quería huir de cualquier folclorismo, de toda la explotación superficial del orientalismo. Me negaba a hablar incluso de gente tomando té, cuando lo cierto es que yo tomo te en casa y mis desayunos son tradicioneles», añade El Hachmi.

Una vida futura

A pesar de que el libro es una clara carta de amor a la vida heroica de su madre, la escritora reconoce que no le ha hablado del libro que ha escrito y que no cree que lo haga. «Sé que en un momento u otro alguien le hablará de él. Mis sobrinas se lo enseñarán en internet. La verdad es que es difícil. Ella lo único que me ha dicho siempre es que no escriba sobre problemas», señala el Hachmi.

Sus siguientes proyectos incidirán en la memoria. Por un lado, quiere ir más allá de los últimos 30 años de la región del Rif y explicar su violenta historia. Por otro, recuperar todas esas historias orales que oía de niña y que nunca fueron escritas y que corren el riesgo de desaparecer para siempre.