El desafío independentista
CDC multiplica la presión sobre la CUP para pactar
Los convergentes usan las elecciones como espantajo
De las buenas palabras a las advertencias. Del guante de seda al puño de hierro. La relación entre Convergència y la CUP se ha endurecido en pocos días y las negociaciones han quedado en punto muerto. Los convergentes han asumido con enorme irritación la doble negativa de la CUP en el Parlament para investir a Artur Mas como presidente de la Generalitat y han optado por cambiar de estrategia. Se acabó el pasar por alto los excesos de la CUP. Convergència exige a los anticapitalistas «una rectificación».
Fue el candidato de CDC a las generales, Francesc Homs, quien se encargó de verbalizar el cambio de línea de su partido. «No puede venir la CUP con diez diputados y cargárselo todo», advirtió Homs durante una entrevista en TV3 que fue prácticamente un ejercicio de desahogo después de una semana mordiéndose la lengua.
Homs, que sigue siendo la mano derecha de Artur Mas aunque ya ha abandonado oficialmente el Govern para dedicarse a la precampaña de las generales, se desmarcó de la línea política de la CUP, caracterizada por «la desobediencia» y arremetió contra su doble juego. «Los diez diputados de la CUP han tenido que prometer la Constitución para obtener el acta de diputado», subrayó. Y continuó: «Cuando a ellos les afecta, de desobedecer nada. Ningún alcalde de la CUP desobedece».
Los convergentes no están dispuestos a realizar más concesiones a la CUP después de que Mas ofreciera delegar una buena parte de sus poderes ejecutivos en otras figuras del Govern y, sobre todo, después de comprometerse a una cuestión de confianza en el Parlament que podría significar su fin como presidente de la Generalitat en el plazo de diez meses.
Más contundente incluso fue el conseller de Economía, Andreu Mas-Colell, que publicó un artículo en el diario «Ara» en el que arremetió con dureza contra los anticapitalistas. «De la CUP podemos aceptar dos votos para la investidura de Artur Mas como presidente, pero no sus condiciones», advirtió el conseller, en alusión a los dos votos a favor y las ocho abstenciones que se necesitan de la formación anticapitalista para alcanzar, con los 62 diputados de Junts pel Sí, la mayoría simple.
Cabe recordar que si se llega al 10 de enero sin un acuerdo que haga posible la investidura, Cataluña se verá automáticamente abocada a unas nuevas elecciones en marzo. «Si es así estoy convencido de que el presidente Mas sabrá explicar en la nueva campaña electoral dónde estamos y por qué, y que los catalanes sabrán decidir, con sabiduría, qué liderazgo quieren para el proceso», razonó.
De pronto, los convergentes parecen haber perdido el miedo a unas elecciones en marzo, a pesar de que llevan todo el mes tratando de ahuyentar esta posibilidad. Dirigentes de ERC están convencidos de que una nueva cita electoral significaría perder plumas en el camino, puesto que el electorado penalizaría los desacuerdos entre Junts pel Sí y la CUP.
Ahora Convergència dice que el proceso independentista no puede avanzar sin «seguridad jurídica» y «sin un compromiso explícito de voluntad de diálogo y pacto con el Estado español y las instituciones europeas».
La CUP, por su parte, mantuvo silencio. Su posición no es sencilla en estos momentos, puesto que, haga lo que haga con Mas, habrá desgarro interno. En todo caso, en Convergència parecen abrirse paso las voces que rechazan un acuerdo con la CUP a costa de desnaturalizar el proyecto político del partido que ha gobernado la Generalitat durante 28 de los últimos 35 años.
Atento al bloqueo de las conversaciones, el líder del PSC, Miquel Iceta, extendió la mano a Junts pel Sí (JxS) para un acuerdo de gobierno de «unidad catalanista», siempre que la coalición liderada por Mas «rectifique en su error», «revoque» la resolución independentista e impulse un programa de reformas y «proeuropa».
Iceta afirmó que «hay alternativa para evitar el ridículo» en Cataluña, algo que, a su juicio, pasa por «revocar» la resolución independentista, que fue un «gravísimo error», así como por «aparcar» la independencia, que «no es una reivindicación de la mayoría de catalanes». A partir de aquí, si JxS «rectifica», el líder del PSC planteó la posibilidad de «crear un gobierno de unidad catalanista y progresista» que sea capaz de “fortalecer el autogobierno».
Duran ve dos escenarios y ninguno bueno
El líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, afirmó ayer que «a lo mejor es inevitable» que haya unas nuevas elecciones en Cataluña el próximo mes de marzo por la imposibilidad de investir presidente, aunque lamentó que no sería el mejor escenario porque conlleva inestabilidad. «Al final aquí hay dos escenarios posible, ¿cuál de ellos peor? O gobernar con el apoyo de la CUP por parte de Mas y CDC, o convocar nuevas elecciones que serían las cuartas en cinco años. Ninguna de estas situaciones es positiva», lamentó.
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