Pintura
El arte de mirar un paisaje
Artur Ramon Art abre dos exposiciones: una con miradas al exterior y otra dedicada a Pierre Skira
Hay exposiciones que pueden ser dignas de un museo. Y esta no es una afirmación que se base en la gran cantidad de piezas expuestas sino que se sostiene por la gran calidad de cada una de estas obras.
Hay exposiciones que pueden ser dignas de un museo. Y esta no es una afirmación que se base en la gran cantidad de piezas expuestas sino que se sostiene por la gran calidad de cada una de estas obras. Eso es lo que puede constatar quien se acerque estos días a contemplar la exposición que acaba de abrir sus puertas en Artur Ramon Art bajo el título de «El paisaje del paisaje». El comisario de la misma, Albert Esteve de Quesada, ha reunido obras de grandes creadores, especialmente de nuestro país, en su mayoría del siglo XIX al XXI, aunque también podemos ver algún trabajo de épocas anteriores. El punto de partida es aquella afirmación del escritor francés Georges Pérec que hablaba de «espacio inventariado, espacio inventado».
Para construir ese discurso, la muestra se apoya en obras de autores de la talla de Rafael Barradas, Joaquim Mir, Ramon Casas, Rafael Alberti, Josep Maria Subirachs, Àngel Planells, Joan Ponç, Joaquín Torres-García, Luis Feito o Joan Hernández Pijuan, entre muchos otros. de la abstracción a la figuración, de la mirada más vanguardista a la representación más fiel de la realidad, de donde pisamos, del paisaje urbano al poder adentrarnos en la misma naturaleza, todo ello mediante la pintura, el grabado o la fotografía como billetes de este viaje artístico. De esta manera podemos ver, por ejemplo, el universo –casi de realismo onírico y colorista– de un Joan Ponç que nos propone subir por una torre de Babel muy parecida a la que dibuja Subirachs en una pieza que se expone a su lado. Marià Fortuny nos lleva hasta el interior de un café de toques bohemios mientras que Ramon Casas nos hace público del concierto que interpreta su modelo Elisa al piano. Barradas, simplemente con un poco de tinta y con una ausencia total de color, nos hace perdernos en un paisaje vibracionista, donde podemos notar el movimiento solamente con la fuerza de su apasionante trazo.
No es esta la única exposición que puede verse ahora en Artur Ramon Art. En la misma galería se ha inaugurado una cuidada revisión a la producción pictórica y escultórica –en forma de móvil– de Pierre Skira. Es una selección de su obra reciente en pastel donde este autor francés experimenta alrededor de la abstracción logrando un potente juego de formas y colores que no dejan indiferentes al espectador.
Skira es alguien que tiene el arte en las venas, en su ADN, como lo demuestra el hecho de ser hijo del mítico editor Albert Skira. Pero él ha construido su propio camino, su muy personal lenguaje que atrapa desde el mismo momento en el que el público se pone delante de uno de sus cartones o pizarras coloristas.
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