Flamenco

El flamenco invade Temporada Alta

Rocío Molina estrena «Caída del cielo» tras su paso por París e Israel Galván presenta «Solo»

La bailaora y coreógrafa Rocío Molina presenta su último espectáculo, «Caída del cielo»
La bailaora y coreógrafa Rocío Molina presenta su último espectáculo, «Caída del cielo»larazon

Rocío Molina estrena «Caída del cielo» tras su paso por París e Israel Galván presenta «Solo».

El flamenco es un arte expansivo. Nace de dentro hacia fuera, un fuego que acaba en grito y agita después todo lo que toca. Por eso, y a pesar de los ortodoxos, es un arte transversal, que acoge y absorbe bien todo lo que se acerque a su alrededor. Por eso, cuando se habla de fusión, siempre es el flamenco el género que predomina, el que es más visible, elq ue invade y domina al otro. El flamenco contemporáneo es ese ladrón que ha hecho suyo lo ajeno y encima ha convencido a los demás que los ladrones son los otros. Esto quiere decir sólo una cosa, ¡viva el flamenco!

Este fin de semana tendrá a dos grandes estrellas de la nueva ornada de coreógrafos en Temporada Alta. De esta forma, se podrá ver el estreno en España del último espectáculo de Rocío Molina, «Caída del cielo», así como la última maravilla de Israel Galván, «Solo».

Molina estrenó el pasado 3 de octubre, en el Teatro Nacional de Chaillot de París, la que define como su obra «más provocadora», un descenso a las entrañas de la feminidad, a partir de una coreografía muy física y vibrante, casi intuitiva, que proyecta furor y energía por todos los poros. «Me siento más mujer que nunca», asegura la artista, para quien su baile nace «entre sus ovarios y esa tierra que patea».

La bailaora, de 32 años, vive su mejor momento creativo, con total control de su talento y la visión para saber vehicularlo hacia donde ella quiere. En este caso, «Caída del cielo» nació de un cuadro, «El jardín de la delicias», de Hieronymus Bosch (el Bosco). Molina crea una especie de descenso a los infiernos desde la pureza del paraíso, al caos, a las tinieblas y a lo desconocido. Define, por tanto, su creación como «arte grotesco», en la que la improvisación juega un papel muy preponderante y en el juega a «despistar» a sus propios músicos y en el que dominan los silencios para dejar que su furia interna no esté dominada por compás ajeno a su propia y desvocada pasión.

Premio Nacional de Danza en 2010, asegura que la dicotomía entre tradición y la innovación no la obsesiona y reconoce como guía y faro a nombres como Enrique Morente, Paco de Lucía, José Monge Cruz (Camarón) y Carmen Amaya, muy presentes en el fondo del espectáculo.

Por su parte, Israel Galván presenta «Solo», que invita al espectador a verle bailar sin ornamentos. Como si de un ensayo se tratara, el público verá a Galván completamente solo sobre el escenario, sin escenografía ni vestuario específico, ni siquiera con música. El monasterio de Sant Pere Galligants será el particular escenario de una pieza que llega al corazón del flamenco.