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El hábito sueco de «hacer inventario y ordenar» antes de morir cruza el Báltico

Margareta Magnusson ayuda a través de un libro a librarse de todo lo innecesario para evitar a los herederos trabajo y peleas. Anima también a hablar del funeral. El 51% de los barceloneses opta ya por la incineración

Día de visita a los seres queridos que ya no están en el cementerio de Montjuïc
Día de visita a los seres queridos que ya no están en el cementerio de Montjuïclarazon

Los suecos tienen una palabra para describir la acción de deshacerse de todo lo innecesario y convertir un hogar en un espacio ordenado cuando uno cree que se acerca la hora de morir.

Los suecos tienen una palabra para describir la acción de deshacerse de todo lo innecesario y convertir un hogar en un espacio ordenado cuando uno cree que se acerca la hora de morir. Es el «döstädning». «Dö» significa «muerte» y «städning», «limpieza, orden». Se trata de un fenómeno nórdico, que Margareta Magnusson ha querido explicar al mundo a través del libro «El arte sueco de ordenar antes de morir» (ed. Reservoir Dogs) para evitar que unos hijos se encuentren con un desván lleno de «trastos» cuando sus padres se han ido y que surjan peleas por ver quién se queda con un brazalete de la bisabuela. El libro arranca con una frase de Leonard Cohen, donde el compositor habla sin ser sueco del «döstädning». «Poner tu casa en orden, si tienes la posibilidad de hacerlo, es una de las actividades más reconfortantes que hay y sus beneficios son incalculables», dice. En 25 palabras resume la esencia del libro de Magnusson.

Cuesta entender por qué a la mayoría de la gente le resulta tan difícil hablar de la muerte, cuando, como dice Magnusson «es el único hecho inevitable que nos aguarda a todos en un futuro». Por eso, en el primer capítulo anima a compartir con amigos, familiares, incluso vecinos, que uno está haciendo inventario de sus pertenencias y decidiendo cuál es la mejor manera de desprenderse de las cosas que cree que no necesita. Porque una nieta puede quedarse con un abrigo de pieles y una vecina con una figura de porcelana de Lladró.

Con la idea de ahorrar tiempo a la familia y amigos de pensar qué hacer con las cosas que uno ha reunido a lo largo de su vida, que tienen un valor que no sabrán calcular y de las que no podrán hacerse cargo, se gana tiempo con ellos recordando anécdotas e historias.

Magnusson recomienda empezar por los trasteros, deshacerse de cosas grandes para tener la sensación de que se avanza, seguir por la ropa y dejar las fotografías o los documentos personales para el final. Porque «si comienzas por ahí, quedarás atrapado en los recuerdos y quizá no consigas pasar a otra cosa».

Aunque la esperanza de vida en España es de casi 82 años, Magnusson recomienda el libro a cualquier persona mayor de 40 años para que evite acumular y tenga las cosas organizadas». Un consejo incluso para adolescentes: «No es la cantidad de ropa la que permite a ir bien vestido, sino una elección cuidadosa de prendas y una buena organización».

Puestos a normalizar la muerte, anima a hablar sobre qué queremos que hagan con nosotros una vez muertos. En Barcelona, por primera vez el año pasado hubo más incineraciones (51%) que entierros (49%). El 82% opta por funerales católicos. Barcelona tiene los precios más caros de Europa para morirse. La factura media es de 6.000 euros. Ada Colau busca rebajarlos.