Tribunales
El pederasta confeso Benítez admite dos abusos sexuales pero los otros “no los recuerda”
El acusado asegura que se sentía “amparado” por el colegio, que lo desmiente
El acusado asegura que se sentía “amparado” por el colegio, que lo desmiente
Joan Planes- Se reanudó ayer el juicio contra Joaquim Benítez, por los abusos sexuales cometidos contra cuatro alumnos –de las 17 denuncias– cuando era profesor de educación física en el colegio Maristas. Hubo dos momentos importantes en la jornada, uno dentro de la Audiencia de Barcelona y el otro, fuera.
El primero llegó antes del inicio de la sesión, cuando se encontraron cara a cara Benítez y el primer padre denunciante, Manuel Barbero. Éste le dijo al acusado «me prometistes que dirías toda la verdad sobre sobre los Maristas», a lo que Benítez no lo negó, y lo demostró luego en el juicio. El denunciado tendió la mano al padre, pero éste la rechazó. «Lo haré», recalcó el pederasta confeso.
Ya en la vista oral, Benítez volvió a cargar contra los Maristas. Concretamente, dijo que el centro conocía sus abusos desde 1986 –comenzaron en 1982–, y el colegio no le denunció. Lo hicieron en 2011. Hay que tener en cuenta que los abusos sexuales –confesados por el acusado– juzgados ahora son de 2006 a 2010, aunque trece de las denuncias ya han prescrito.
Solo respondió a preguntas de su defensa, e insistió en que en 1986 el centro le dijo que le suspenderían de sueldo tres meses, hecho que no ocurrió. El ex profesor reconoció abusos a dos alumnos, y también que se sentía «amparado» por los Maristas. El centro reaccionó y le acusó de «difamación». «No amparamos esas conductas inapropiadas».
El juicio concluirá hoy con las conclusiones finales de todas las partes. La Fiscalía mantendrá su petición de 22 años de cárcel, por cuatro delitos de abusos sexuales, más catorce años de inhabilitación y 70.000 euros de indemnización para las víctimas, aunque con toda seguridad Benítez se declarará insolvente, por lo que tendrán que pagar los Maristas.
Explicó el acusado que en 1986 abusó de un menor. El padre se enteró y denunció los hechos ante el colegio, lo que derivó en una reunión entre las tres partes. Insistió en que le avisaron de que no cobraría durante tres meses, pero realmente no sucedió.
Esta situación, señaló, le llevó a que no se planteara de abandonar esos «impulsos», teniendo en cuenta además que la dirección no le volvió a recriminar nada. Poco más tarde, aunque con cierta timidez, Benítez reconoció dos abusos sexuales a menores, que tenían entre trece y catorce años.
Admitió que los invitaba a su despacho, que contaba con una camilla, con la excusa de la materia de la que era profesor y para revisar su situación física. De esta manera, se pasaba, por los «impulsos», a tocamientos en los genitales e incluso a felaciones.
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