Fotografía

En primera persona

El Palau de la Virreina dedica una muestra a los numerosos autorretratos fotográficos de García-Alix

Alberto García-Alix, ayer, posando con su conocido autorretrato titulado «Mi lado femenino»
Alberto García-Alix, ayer, posando con su conocido autorretrato titulado «Mi lado femenino»larazon

El fotógrafo Alberto García-Alix prefería ayer no subir a la sala de exposiciones en el Palau de la Virreina, donde se presenta una selección de sus mejores autorretratos, un total de 76, que permiten conocerle en su intimidad.

El fotógrafo Alberto García-Alix prefería ayer no subir a la sala de exposiciones en el Palau de la Virreina, donde se presenta una selección de sus mejores autorretratos, un total de 76, que permiten conocerle en su intimidad. Al artista, uno de los nombres míticos de la movida madrileña, no le gusta ver su obra expuesta en la sala, aunque no le importó hablar de su trabajo a varios metros de distancia de la exposición.

La muestra es un proyecto en primera persona, donde García-Alix nos presenta su diario, pero no como un ejercicio de egocentrismo porque, como él dijo , «no soy nada ególatra». Camas revueltas, cazadoras moteras, cartas abiertas o paisajes urbanos y naturales sirven también para marcar la geografía del autor en la Virreina. «Comencé casi sin referentes fotográficos, de manera ingenua. He evolucionado escuchando mi voz interior», aseguró. En esta evolución ha jugado un papel importante su propia capacidad para mirar, «preguntándome si me gusta o no me gusta. Cuando respondemos a esa pregunta, aprendemos a mirar. La intención lo es todo».

García-Alix reconoció que, pese a que pueda parecerlo, no suele abusar de él mismo como modelo de sus imágenes. «Para mí es como un juego. Al principio, le daba al automático y me movía a ver qué salía. Luego eso fue ampliándose», resaltó. Con el tiempo, admitió que ha perdido el pudor que podría provocar ponerse ante alguien para retratarle, aunque quiso reconocer que «la cámara ofrece a veces un sentido depredador. Hay que encontrar el camino para acercarse a los demás. Por eso, establezco una complicidad. Sin ella no podría trabajar porque el retrato necesita pararse y un tempo».

Hay también en esta propuesta una revisión de los cánones de la belleza. Pero el artista relativiza ese debate, uno de los más recurrentes en el mundo del arte, porque «hasta en lo que aparentemente no es bello hay belleza», aclaró, matizando que «la belleza en la fotografía está además modulada por la composición y la luz».

También quiso dejar claro que le gusta la etiqueta que le ha perseguido siempre: la de ser el fotógrafo de la movida madrileña. «Yo no fotografié la movida, la viví como actor pleno y fotografié mi entorno más propio, pero ya me hubiera gustado tener conciencia de fotógrafo», dijo, apuntando que fueron otros compañeros quienes retrataron mucho más aquel movimiento como Miguel Trillo o Pablo Pérez Mínguez.

Además de las fotografías, en la exposición se proyectan dos de sus vídeos: la trilogía «Tres vídeos tristes» (2003) y «De donde no se vuelve» (2008), realizados por García-Alix a partir de su obra fotográfica.

La muestra que llega a Barcelona viene a suplir provisionalmente un proyecto que debía exponerse también en la Virreina, pero que todavía no se ha podido materializar. Se trata de una propuesta en la que trabaja de manera conjunta con el pintor Miquel Barceló y que no se descarta que pueda exponerse próximamente en la capital catalana.