Barcelona
Enmienda a la totalidad
El pleno sobre el estado de la ciudad se salda con una lluvia de reproches a la gestión de Colau al frente del Ayuntamiento que evidencian la soledad de la alcaldesa
El pleno sobre el estado de la ciudad se salda con una lluvia de reproches a la gestión de Colau al frente del Ayuntamiento que evidencian la soledad de la alcaldesa
Los plenos municipales, como toda reunión pública de políticos, siempre tienen algo de teatralización. Los partidos reservan sus mejores eslóganes y sus críticas más ácidas para tan señaladas ocasiones. Hasta ahí, nada nuevo. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ya ha tenido un tiempo para aclimatarse a este tipo de situaciones. O eso creía. Ayer tuvo lugar el pleno sobre el estado de la ciudad que acabó convirtiéndose en un auténtico acoso y derribo a las políticas que la alcaldesa ha desarrollado desde que comenzó su mandato. Y lo fue no sólo por parte de la oposición «strictu senso», como PP, CiU o Ciutadans, las críticas también le llovieron de aquellos partidos con los que BComú tiene cierta afinidad y hasta la posibilidad de formar gobierno, como ERC, PSC o la CUP. Así, las llamadas al diálogo de la alcaldesa cayeron en saco roto y la minoría con la que gobierna Colau se tornó en soledad.
A diferencia de lo habitual, el pleno extraordinario se celebró en el Saló de Cent, por lo que los concejales perdieron su habituales pupitres, con el objetivo de abrir la sesión a los ciudadanos. La medida se saldó con un éxito escaso ya que en lugar de ciudadanos de a pie, los partidos aprovecharon para traerse a sus allegados.
Así las cosas, la alcaldesa reiteró la oferta de gobierno a los partidos de izquierdas para llegar a un acuerdo estable. La propuesta, sin embargo, fue recibida con más reproches que elogios. ERC reclamó a Colau un proyecto estable a BComú, mientras que el PSC aseguró sentirse «más lejos del acuerdo que anteayer» por las forma del gobierno municipal de presentar la hoja de ruta del mandato (el Programa de Actuación Municipal), con apenas un día de antelación. CiU, a su vez, tendió la mano para alcanzar acuerdos de ciudad siempre que se «respete» a la oposición, el PP acorraló a Colau y con los problemas de inseguridad en la ciudad y Ciutadans la tildó de «prepotente». La CUP, por su parte, pidió a la alcaldesa «recuperar» el programa de BComú invocando el «sí se puede».
En este contexto, a Colau le fue francamente difícil explicar su radiografía de la ciudad y los retos que afronta el Ayuntamiento, que pasan por la lucha contra la desigualdad, la recuperación económica y el compromiso por una capital más sostenible. Colau, que gobierna en minoría con 11 de los 41 concejales, aseguró, pese a las críticas, que el gobierno municipal es «humilde y determinado», pero no «arrogante», por lo que reclamó «dialogo y acuerdos». Por ello, volvió a interpelar a las formaciones de izquierdas que apoyaron su investidura (ERC, PSC y CUP) para alcanzar «acuerdos más estables» para hacer realidad «el mandato de cambio» hacia la izquierda que dio la ciudadanía en las elecciones municipales.
Desde el PP, Alberto Fernández, aseguró que el gobierno municipal «se llena de palabras, pero está lejos de los contenidos». El presidente popular explicó que Barcelona tiene un problema de inseguridad y lamentó que la alcaldesa «esté más pendiente de formar un partido de la llamada izquierda que no cumplir con las obligaciones de alcaldesa».
El presidente del CiU, Xavier Trias, lamentó que la alcaldesa quiera llegar a acuerdos «con algunos» y reclamó pactos de consenso «entre todos». «CiU hará oposición dura, pero nos tendrá al lado para sacar adelante cosas importantes», señaló pese a exigirle «respecto a la oposición». El exalcalde también recriminó al gobierno que presentara el PAM a los medios este jueves sin entregarlo antes los grupos. Desde Ciutadans, Carina Mejías, hizo un listado de calificativos para describir los primeros meses de gobierno de Ada Colau con conceptos como «prepotencia, rectificaciones, arbitrariedad, fracasos».
Desde el lado izquierdo, el líder municipal del PSC, Jaume Collboni, aprovechó para enfriar la opción de un gobierno de izquierdas. El presidente del Grupo Municipal de ERC, Alfred Bosch, respondió a la oferta de Colau con un contundente: «¿Dónde está el cambio? Lo queremos, lo compartimos, pero no la acabamos de ver». Bosch exigió conocer el proyecto de ciudad del gobierno municipal y pidió concreción.
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