Teatro

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Ibsen y la verdad como bomba arrojadiza

Julio Manrique dirige en el Lliure un modernizado montaje de «L’ànec salvatge»

Heda, interpretada por Elena Tarrats, que se convertirá en la víctima inocente del fuego cruzado entre Pablo Derqui (Gregor) e Ivan Benet (Hialmar)
Heda, interpretada por Elena Tarrats, que se convertirá en la víctima inocente del fuego cruzado entre Pablo Derqui (Gregor) e Ivan Benet (Hialmar)larazon

Mark Twain solía decir que: «Nunca digas la verdad a personas que no la merezcan». Y vaya si hay personas que no la merecen, hay incluso personas, un mar de ellas, que ni siquiera la quieren.

Mark Twain solía decir que: «Nunca digas la verdad a personas que no la merezcan». Y vaya si hay personas que no la merecen, hay incluso personas, un mar de ellas, que ni siquiera la quieren. «¡La verdad, al diablo con ella, prefiero la posibilidad!», dicen. Porque la verdad, por definición, es una e inalterable, por tanto dolorosa y siempre obliga a reaccionar. La verdad, entonces, es siempre revolucionaria y las revoluciones siempre dejan cadáveres a su paso. El dramaturgo noruego Henrik Ibsen lo sabía. No es que abogase por la mentira, pero sabía de los estragos que la verdad pueden causar y defendía la necesidad de estar preparados, de quererla tanto que no nos importen las consecuencias o al menos sepamos cómo atenuarlas. «L’anec salvatge» va de esto, de los peligros de la verdad y lo débiles que podemos ser cuando nos enfrentamos a ella.

El Teatre Lliure acoge un nuevo montaje de este clásico universal que nos lleva, en un intenso «tour de force», a la consecuencia trágica de no saber cómo asimilar la verdad. Julio Manrique dirige una obra protagonizada por diez acotores de los que destacan Andreu Benito, Ivan Benet, Jordi Bosch, Laura Conejero, Pablo Derqui, Lluís Marco y Elena Tarrats. «Es una obra a caballo entre el realismo y el simbolismo que consigue crear una atmósfera absorbente e hipnótica. Enfrenta lo que es la realidad y la realidad que nuestro ego inventa para poder sobrevivir», comenta Manrique.

El argumento partede una premisa sencilla. Una familia, los Ekdal, ha caído en desgracia, bajando de su clase social, pero está en vías de aceptar su nueva situación. Un día, el hijo de la familia que provocó la caída de los Ekdal, el joven e idealista Gregor, decide por conciencia con sus ideas, contar lo que realmente pasó a su familia. Lo que ocurre cuando lo haga provocará una reacción en cadena que acabará en tragedia. «Como buen clásico es una obra con muchas capas, que no te la acabas nunca, sólo puedes aproximarte a ella. En realidad, lo que dice Ibsen es que no la única norma es que no hay normas y que las personas siempre deberían estar por encima de teorías, ideas o ideales. En este sentido es muy humanista», sentencia Manrique.

El director ha querido modernizar el texto y hacer que hable directamente al público de hoy día. Por ello no hay ambientación de época, sino un vestuario y escenografía atemporal pero fácilmente identificable. Lo que sí ha respetado es su localización original, la fría Noruega, así que se podrá ver nevar y muchos abrigos. Además, se ha creado un preciso juego sonoro que incluye la presencia en todo el montaje del pianista Carles Pedragosa, que va creando paisajes sonoros y atmósferas inquietantes con su música.

► Dónde: Teatre lliure Montjuïc.

► Cuándo: Del 2 de marzo al 9 de abril.

► Cuánto: 26-29 euros.