Barcelona
Insólitos barceloneses
Un libro explora las vidas de algunos de los personajes. más insólitos que han vivido en la capital catalana
Bajo el título de «Personatges populars, excèntrics i curiosos de Barcelona (1836-1936)», editado por Albertí, Ròmul Brotons propone un interesante viaje por cien años de la capital catalana, pero a partir de los perfiles de una serie de insólitos habitantes de la capital catalana. Son nombres que en muchos casos todavía forman parte del imaginario popular, vidas que rozan la leyenda y que merece la pena que sean recordadas. Brotons lo hace con indudable talento e invitando al lector a recorrer las calles en las que se desarrolló la aventura humana de cada uno de estos personajes. El libro excluye a las grandes personalidades y se centra en 36 grandes tipos que han arraigado en la historia barcelonesa.
En muchos casos, como apunta el autor del libro, se trata de «emprendedores», gente que arriesgó tiempo, prestigio y dinero para aportarle a la ciudad novedades insólitas hasta ese momento, como las máquinas de coser o la orchata, sin olvidar los juguetes más modernos o los trucos de magia puestos a disposición de todos.
Entre ellos destacan algunos que nos siguen sonando, pero de los que tenemos pocas informaciones o el tiempo se ha ido encargando de tergiversar. Es el caso de Josep Molera, conocido popularmente como el Noi de Tona. Hombre de memoria prodigiosa, era célebre por su habilidad para hablar a las gentes, ya fuera sobre un banco o una sila en la plaza Catalunya o la Rambla. Tenía el don de atraer a las multitudes e incluso llegó a protagonizar una película, en 1917, titulada «Aventuras del Noy de Tona».
El mismo grado de celebridad aún persigue a Dolors Bonella i Alcànzar, la legendaria la Monyos. Se dice de ella que trabajó de criada y modista hasta que, fruto de una relación furtiva, tuvo una hija que moriría pronto. En 1912, la revista «L'Esquella de la Torratxa» ya describía a la Monyos como una figura popular, una fama que culminaría diez años más tarde, cuando se estrenó una tragicomedia sobre ella escrita por Victorià Benedicto y dirigida por Jaume Borràs. Su misterio perduró hasta su muerte, en 1940.
Igualmente estrafalario resultaba la personalidad de Joan Lleonart i Cases, el sabio Lleonard. Pese a que su biografía es prácticamente desconocida, su celebridad trascendió cuando aseguraba que había descubierto un milagroso remedio con el que alargar la vida. Pese a no tener el título de Medicina, el personaje plantó cara, en ocasiones de manera violenta, para demostrar que era víctima de una conspiración que no permitía que su hallazgo trascendiera. Ya lo dijo el decano de la Facultad de Medicina cuando le aseguraron que el «sabio» había sido detenido: «Éste no es un perturbador, éste es un perturbado».
En el libro también resurgen mitos de todo tipo y que incluso se han convertido en excusa literaria, como sucedió con Enriqueta Martí, la asesina de niños de la calle Ponent. Pero si ella simboliza el infierno, Francesc Canals representa la santidad. Este joven empleadp de los almacenes El Siglo, muerto prematuramente, es hoy un santo laico venerado por los que acuden hoy a su tumba.
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