Conciliación
La atención a las personas dependientes como esperanza para la inserción laboral
La Fundación para la Atención a la Dependencia de Sant Joan de Déu da servicio a cuidados y cuidadores necesitan atención mundo y democratizar la medicina
La Fundación para la Atención a la Dependencia de Sant Joan de Déu da servicio a cuidados y cuidadores necesitan atención mundo y democratizar la medicina
Muchas son las personas dependientes que requieren atención y ello suele conllevar un grave prejuicio para familiares y entorno porque no siempre es posible garantizarles esa atención especializada en el domicilio.
Por otra parte, va en aumento el número de personas en riesgo de exclusión que no logran encontrar un empleo con garantías, que no sea precario ni temporal. Y con el fin de abordar ambos focos de vulnerabilidad, la Fundación a la Atención a la Dependencia de Sant Joan de Déu puso en marcha en 2012, en colaboración con Cáritas, una iniciativa destinada a usuarios dobles: por un lado, a las personas dependientes, que requieren de una atención domiciliaria, integral y especializada a las que se les proporciona un cuidador formado, y por el otro, a las personas en riesgo de exclusión social, a las que se las forma de manera profesional en la atención domiciliaria y se les ofrece un puesto de trabajo en la propia fundación.
«Se trata de una conexión de vulnerable a vulnerable», señala Ana Pérez, directora de la Fundación de Atención a la Dependencia, quien explica que «lo que hacemos es encajar las necesidades del cuidador y del cuidado». «Procuramos conectar a las personas que requiere una atención concreta con quien pueda satisfacer mejor esa necesidad, es un proceso muy personalizado», asegura.
Pero para que esta fórmula funcione, es imprescindible ofrecer a los cuidadores, «una formación profesional, una profesión, una ocupación de larga duración», asegura. Y en este sentido, el itinerario formativo cuenta con tres cursos diferentes: el de 600 horas y gracias al cual se opta al Certificado de Profesionalidad de Atención a domicilio a personas dependientes, en el cual no pueden participar personas no regularizadas; el curso de 75 horas para obtener un título propio de atención domiciliaria de servicios básicos; y el de 300 horas para el título propio de atención a domicilio a personas dependientes y en el que el perfil del alumno responde al de una mujer de 40 a 44 años, nacida en América Latina y en situación administrativa irregular. Además, los usuarios de la fundación pueden completar su formación con monográficos de 20 horas sobre salud mental, final de la vida, pluridiscapacidad y autocura.
Empleo de calidad
Desde su puesta en marcha, la Fundación ha formado a 665 personas e impartido 4339 horas docentes y según una encuesta realizada a 350 alumnos, de los cuales un 81% son mujeres, un 65% de los participantes en los cursos de formación logran trabajo (228), de los cuales 192 son personas con permiso de trabajo y 36 sin permiso de trabajo.
En lo que se refiere estrictamente a la calidad de dicha inserción laboral, el 90% de las personas que están trabajando tienen contrato, y en cuanto a las condiciones, el 73% de las inserciones con permiso de trabajo son de jornada completa o media jornada, mientras que en el caso de las inserciones sin permiso de trabajo, el 46% son por algunas horas.
En definitiva, el programa que desarrolla la Fundación goza de buena salud, como demuestra el hecho de que «en la actualidad, tenemos 140 personas trabajando como cuidadores en régimen general y atendiendo a 700 personas dependientes», señala Ana Pérez, quien además pone de relieve que gracias a esta formación e inserción laboral que ofrece la entidad, «de las 111 personas encuestadas que estaban en situación administrativa irregular al inicio del proceso formativo, en julio de 2018, el 47% de las mujeres y el 61% de los hombres habían conseguido el permiso de trabajo».
Era un sintecho y ahora llevo 6 años trabajando
Joan Aracil trabajó 20 años como autónomo pero con la crisis pasó a engrosar la lista de personas en paro mayores de 45 años. «No había forma de encontrar trabajo y acabé siendo un sintecho», relata Joan, quien fue a buscar ayuda a Caritas y ellos le ofrecieron trabajo como cuidador de una mujer sorda y ciega. «Me di cuenta que necesitaba formación y me derivaron a la Fundación de Atención a la Dependencia», explica, donde realizó el curso básico de 75 horas, que luego completó con formaciones más específicas. «Llevo seis años trabajando y ahora estoy en enfermería de los Capuchinos de Sarriá». «La fundación me ha cambiado la vida»
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