El desafío independentista

La CUP exige tomar las infraestructuras estratégicas para apoyar a Puigdemont

Los cuperos instan a ERC y JxCat la soberanía de aeropuertos, comunicaciones y energia, el impago de la deuda e impulsar las estructuras de Estado para materializar la República

Imagen de los cuatro diputados de la CUP. en la sesión constitutiva del Parlament
Imagen de los cuatro diputados de la CUP. en la sesión constitutiva del Parlamentlarazon

Los cuperos instan a ERC y JxCat la soberanía de aeropuertos, comunicaciones y energia, el impago de la deuda e impulsar las estructuras de Estado para materializar la República.

A menos de una semana para que tenga lugar el primer debate de investidura, las fuerzas independentistas están muy lejos de haber cerrado un acuerdo. Enfrascadas ERC y JxCat en la modalidad del Pleno, la CUP irrumpió ayer con un documento base con el que pretende negociar hasta el sábado con los dos partidos separatistas sobre el programa de gobierno para emitir un voto favorable a Carles Puigdemont o a un candidato alternativo. Los anticapitalistas mantuvieron ayer las dos primeras reuniones con Esquerra y JxCat, ambas bilaterales, y tienen ahora 48 horas por delante para acercar posturas, ya que el sábado, el partido que lidera Carles Riera celebrará un Consejo Político Extraordinario, en el que las bases decidirán si dan luz verde a apoyar al ex president de la Generalitat o no.

Como punto de partida, los antisistema plantearon un documento a negociar muy ambicioso para los derroteros más sosegados que pretenden tomar ERC y JxCat en esta legislatura. Las propuestas se dividen en tres bloques –la materialización institucional de la república; la materialización social de la república; y, la materialización democrática de la república–, y todas ellas muy díficiles de asumir por JxCat, candidatura de Puigdemont, que por ahora se limita a reivindicar la supresión del 155 y la liberación de los presos.

En el primer bloque, encaminado a cristalizar la República, la CUP exige iniciar el proceso constituyente, las estructuras de Estado (banca pública, agencia tributaria o seguridad social), tomar las infraestructuras estratégicas del Estado (aeropuertos, transportes, comunicaciones, energia o vivienda) y la suspensión del pago de la deuda.

En el segundo bloque, algunas de ellas se podrían adoptar en el actual sistema autonómico, pero son de difícil encaje con el corte ideológico de JxCat, pese a la transversalidad que ha intentado proyectar. Las que no cupieran en el marco competencial actual, en el tercer bloque, la CUP se encarga de advertir que los resultados del simulacro de referéndum del 1-O, la DUI del 27-O y las elecciones autonómicas del 21-D dan «legitimidad» al Parlament y al Govern para aplicar todas aquellas medidas que hayan sido suspendidas o prohibidad por el Tribunal Constitucional. Es decir, regresar al camino de la desobediencia y la unilateralidad, muy aparcado por ERC y JxCat.

En todo caso, entre las propuestas del apartado dos del documento, aparece un plan de choque contra la pobreza, el aumento del salario mínimo a 1.200 euros (competencia estatal), la expropiación de las viviendas vacías de la banca y los fondos de inversión para crear un parque de vivienda social (ya hubo una ley suspendida por el TC el año pasado), igualdad salarial entre hombres y mujeres, suspensión de los deshaucios, plan de supresión de las listas de espera en el sistema sanitario y recuperación de la gestión pública de algunos centros privatizados o un nuevo sistema fiscal más redistributivo y progresivo.

De esta manera, la CUP pretende hacer una negociación transversal. Todas las medidas propuestas parecen, a primera vista, poco digeribles para JxCat, aunque algo más para ERC, que ha trazado una estrategia a largo plazo para conseguir ampliar la base social con medidas sociales y desobediencia si son suspendidas. De momento, las reuniones dieron comienzo ayer, pero los anticapitalistas no se han mostrado muy optimistas hasta ahora.